Cuanto más lo pensaba, más graciosa me parecía la situación. Nunca me había comportado de aquella manera con Vic, y antes hasta dudaba de que lo hiciera, pero ver su cara de confusión era muy linda, y luego cuando puso esa cara de enfado… ¡Madre mía, qué graciosa estaba!No quería ser así porque sabía lo que ella iba a pensar: que como me iba a ir, me volvía más cariñoso y así la tendría “contenta”. Pero no, por ahí no iban los tiros.Desde que hablé con Isabel estaba más libre, y no entendía los motivos. Tenía las mismas ganas de irme a estudiar y tener el trabajo que quisiera, pero mis sentimientos afloraron también con fuerza en mi interior, y las ganas de verla sonreír, molesta, o algo picada aumentaron.Sin embargo, no podía dejarme guiar por mis sentimientos, porque necesitaba conseguir lo que quería, sin ninguna distracción, porque era algo que, o eras el mejor y empollabas mucho, o no ganabas nada.Desvié la mirada hacia ella. Estábamos aún en el instituto, y ella estaba mirando a a pizarra y copiando los apuntes. Ese tema me lo tenía más que sabido, porque me lo había estado repasando tiempo atrás, cuando estaba aburrido.En realidad yo debería sacar mejores notas de las que saco, pero no tenía muchas ganas. Al final suspendía cinco o seis, y las recuperaba con una nota superior. Los profesores me miraban raro, y me tenían cierta tirria porque decían que no merecía tener la memoria y la comprensión que tenía, pero me daba igual. Yo no quería estudiar matemáticas, ni cosas así, yo lo que quería estudiar era el arte.
Cuando me refiero a arte no digo únicamente a bellas artes, que es lo que voy a estudiar, también me refiero a la música.Había compuesto tiempo atrás unas cuantas canciones, y no estaban nada mal. Quería tocar mis canciones en la guitarra eléctrica, pero había un problema: no tenía, y mi economía no era la adecuada como para comprar una, así que me tenía que conformar con cantar a palo seco en la ducha.
Porque total, ella seguramente no me escucharía… o al menos por ahora.Ladeé la cabeza y vi cómo ella se quedaba embobada mirando su libreta. Ahora no estaba prestando atención a las explicaciones del docente, así que decidí darle un codazo a ver si espabilara.Ante ese gesto, me miró con cara de pocos amigos. Me acerqué a ella lentamente.-¿Por qué estás tan despistada? -Le susurré.Ella se encogió de hombros, sin mirarme.-No lo sé, ¿tú lo sabes?Por el tono de voz, me estaba atacando, y eso hizo que me parecía graciosa la situación. No quería echarme flores ni nada, pero sospechaba que era culpa mía, por lo que había pasado antes. Sentí un cosquilleo en los dedos, y me entraron ganas de cogerla del rostro y decirle que no se preocupara por nada, que no iba a hacerle aquello nunca más. Pero estábamos en clase, y no iba a ser tan galante.-Vic, tranquila, si estas así por lo de antes no te preocupes, no lo volveré a hacer.Miré al frente sin mucho ánimo, y con el semblante frío e inexpresivo. Noté que me miraba, pero no iba a caer; no iba a volver mi cara y decirle que era broma, porque no lo era. No iba a intentar animarla ahora porque no era ni el momento ni el lugar, y aparte así no era yo normalmente. No quería que ella cambiara y se despistara por mi culpa, aunque me moría de ganas por pasar de sus estudios y hacer lo que quisiera.Lo confieso, tenía un lío enorme en la cabeza.-No… No digas eso. -Escuché que murmuraba.
Giré la cabeza en su dirección, enarcando una ceja.-¿Que no diga el qué?
-No digas… que vas a cambiar de ese modo, parece que te has enfadado conmigo.Me mordí el labio inferior brevemente, y luego carraspeé un poco.-Estoy algo furioso porque no sé que quieres. ¿Soy borde o no?-¡No! -Gritó ella.
El profesor pegó un puñetazo a la pizarra, y nos miró con mala cara. Pedí disculpas por los dos, y nos comenzó a dar una charla de cinco minutos sobre el comportamiento en clase.Me crucé de brazos, y esperé a que sonara la sirena y nos fuéramos a la siguiente clase para poder seguir la conversación. No quería que aquello terminara de esa forma, tan cortante. Más que nada porque no me gustaba dejar las cosas así, a medias. Ella era muy impulsiva, y pensaba cosas a la ligera, y ésta vez no quería meter la pata, como de costumbre.
Salimos del aula, y la cogí del brazo, con la mirada interrogante.-A ver, antes de nada necesito que me aclares las cosas, Vic.Mi amiga me miró, un poco asustada.-¿Qué quieres que te aclare?-Todo. Me porto borde y te cabreas, y cuando estoy de buenas contigo te enfadas o te distraes. No quiero que estés en el mundo de yupi, eso es todo. -Resoplé, sin saber qué más decir. -Dime lo que quieres que haga.
Ella titubeó, y los segundos se me hicieron eternos. Me dieron ganas de pegar un puñetazo a la pared y mandarlo todo a tomar viento, pero me contuve. No quería meter la pata y estropear lo poco que había construido, y ser borde por la cara de nuevo.-Quiero… que seas K, mi amigo, y que no te vayas. Me da igual como te comportes, pero… que seas tú.
Se alejó de mí, y se apoyó cerca de la puerta de la clase. El profesor aun no había venido, así que decidí actuar.Tiré la maleta y la miré a los ojos, desafiante.-¡Despierta, Vic! ¡Este soy yo! No hay otro. No me estoy poniendo ninguna máscara, me estoy preocupando por ti de verdad, y lo que hice antes es para que no estés triste por mi culpa, y para que veas lo que siento. -Me acerqué a ella, y la agarré por un brazo. -Porque está claro lo que siento, ¿no?
Empezó a morderse el labio y cerró los ojos. Yo no aparté la vista para ver su reacción, pero no pude ver nada.Sin que me diera cuenta, alzó la mano que le quedaba libre, y me empujó con todas sus ganas, haciendo que me cayera al suelo..
-¡Idiota! -Me gritó.Me dolió mucho el golpe, puesto que me había dado justamente en una de las contusiones que me había hecho Jared. Gemí de dolor, y miré a Victoria con furia.-¡Muy bien, pues vete a la mierda! ¡Imbécil!
Me fui, y vi al profesor pasar al lado mío. Me cogió del hombro y me dijo que volviera a clase, pero yo me excusé diciéndole que me dolía mucho el estómago y que necesitaba ir al cuarto de baño. El docente me entendió y me dejó ir.Corrí hacia el servicio, y me encerré en él. El pestillo estaba echado y nadie podía entrar. Me senté en el suelo y le pegué varios codazos a la pared, hasta que me dolió el brazo entero y me quedé sin fuerzas.
¿¡Y ahora qué!? Había metido la pata hasta el fondo. Lo que le había dicho no se lo decía a ella. Esa rabia contenida no debía haber recaído sobre Vic… tenía que haberme mordido la lengua, pero… ¿¡Por qué narices no lo hice!? ¿¡Por qué había actuado de aquella manera!?No quería hacerlo, no quería porque así gritaba él, así actuaba él…Así era Jared.Respiré varias veces hondo, para contenerme. No eran normales en mí estas reacciones. Mis lágrimas empezaron a aflorar en mis ojos después de mucho tiempo, pero las pude contener. Me levanté y me dirigí al espejo que estaba en el cuarto de baño.Miré mi reflejo, y recordé lo que pasó el día de la pelea. Las palabras de mi hermano antes de irse y dejarme tirado en el suelo no se me olvidarían fácilmente:-Tú acabarás siendo una mierda de persona como yo. No vas a poder evitar tratar mal a tus seres queridos, pensar sólo en ti, y ser violento… al final acabarás arrastrado y tirado por una calle de la que ni te acordarás del nombre, y ni te importará. Luego verás por las calles a tus antiguos seres queridos, y todos te escupirán en la cara… te lo digo yo, lo sé de primera mano.Sacudí la cabeza. Mi mente recordó la paliza que quise olvidar, pero no pude. Recordé también los momentos que pasé cuando era pequeño; siempre me miraba mal, y me decía que por muy bien que intentara hacer las cosas, jamás saldría como quería, que dejaría de ser el mejor en algo, y sería un muerto de hambre. De vez en cuando nos peleábamos, y entre esas peleas la mayoría eran sin palabras. Sólo su puño era la ley, y mis heridas la marca de la obediencia.
Apreté los dientes con fuerza. Quería cambiar eso, pero no podía, en mi mente siempre estaría él, y sus lecciones.Agaché la cabeza y me lavé las manos. Lentamente volví a subirla, y por un leve instante no me vi a mí, sino a mi hermano, con su sonrisa de loco, y su mirada negra como su alma.Grité. No pude evitar hacerlo, y le pegué un puñetazo al espejo.Trozos de cristales cayeron, y la sangre brotó de mi mano, acariciándola. Me la miré unos instantes, y luego abrí el grifo para lavarme las heridas.
Ladeé la cabeza, y miré la puerta. Me fui hacia ella, la abrí, y me agarré la muñeca, oprimiéndola con fuerza.Me acerqué a conserjería, donde allí estaba una de las que trabajaban allí. Era amable, así que no me regañaría ni nada por el estilo.Se acercó a mí con una sonrisa, pero se congeló en sus labios cuando no se la correspondí.-¿Ocurre algo? -Inquirió.Desvié la mirada un segundo.
-Es que… tengo heridas graves en mi mano, y sería mejor que me fuera a casa, aparte no me encuentro muy bien.Le enseñé la mano, que volvía a salir sangre. La señora lo miró con cierto horror y cogió el teléfono.
-Dime tu número.Se lo dije con cierto nerviosismo. Las heridas empezaron a dolerme cada vez más, y me ponía nervioso ver mi sangre goteando con lentitud y cayendo al suelo. Me traía malos recuerdos.Habló poco menos de un minuto, y luego colgó.-Tu madre viene enseguida, ¿y tu mochila?Suspiré. Seguramente estuviera afuera de la clase, o Vic amablemente me la hubiera cogido y la hubiera puesto en donde presuntamente debería estar yo sentado. Al menos sabía donde estaba.-Está… arriba, en el aula de matemáticas. -Sonreí levemente.-Voy a recogerla rápido y vuelvo, de veras. No tardo.La señora asintió, y me dedicó una sonrisa de poca convicción. No esperaba menos de ella, puesto que yo no era buen actor, y no podía fingir mi preocupación sobre lo que había sucedido en el cuarto de baño.No, no quería convertirme en mi hermano, ni ser un indeseable como él, pero… mi mente estaba en esos momentos cerrada, como si no dejara pasar más ideas.Subí las escaleras con pesar, rezando para que Vic no hiciera preguntas ni se preocupara. Ahora mismo no la necesitaba cerca, puesto que eso implicaba una cosa: Ponerla en peligro.Necesitaba quitarme lo que es el veneno de mi hermano. Limpiar mi mente y simplemente olvidar…Una cosa estaba clara: No debía tener a partir de ahora demasiado contacto con mis seres queridos si no quería hacerles daño. A saber lo que haría si me cabreaba mucho o algo…Debía meterme en la cabeza de una vez que yo soy K, no Jared.