Capítulo XXVIII: K
Publicado el 20 julio 2012 por Seles
-¿¡Mañana quieres irte!? –Gritó mi primo, sorprendido.-¡Grita más fuerte! ¡Que mi padre no se ha enterado! –Le respondí yo, enfadado.No entendía por qué se había sorprendido tanto. Le dije que en cuanto pudiera iría haciendo las maletas y saldría huyendo de mi casa. No quería estar haciendo el idiota ni un segundo más, ni estar en pleno contacto con Vic.Lo mejor sería huir de todo aquello.-Bueno… -Musitó. –Entonces… ¿Te ayudo con las maletas, primito?Asentí, y cogí un par de vaqueros que había en el armario. También cogí dos camisas y las doblé en la cama.Mi primo abrió el primer cajón de mi escritorio, y cogió una libreta que había en ella. Se la quedó mirando con una sonrisa.-¿Por qué sonríes como un imbécil, Fer? –Finalicé la frase con su nombre porque sabía que así reaccionaría.Sin embargo, ni se inmutó. En realidad no era su nombre, era un simple mote que se había puesto hace ya varios años. Con el paso del tiempo fui amoldándome a aquel apodo, y ya le llamo así automáticamente, como si no fuera un simple alias.Me acerqué a él, le cogí del brazo y le sacudí un poco. Éste me empujó de mala gana, y se me quedó mirando con el semblante falsamente alegre.-Ésta libreta tiene todas las canciones que le compusiste a Vic, ¿no es cierto?Desvié la mirada, algo azorado. Hacía tiempo que ni habría esa libreta, más que nada porque ya la había terminado, y pensaba dejarla en ese cajón para siempre, o tirarla, lo primero que se me ocurriera.Mi primo la abrió por una página cualquiera, y empezó a leer en voz alta la parte subrayada, que era el estribillo:-En éste cielo plagado de luces negras, tus alas se expendieron esbeltas. Tus lágrimas plateadas murieron cuando cayeron en mis mejillas, y murió junto a ellas mi alma, que te añoraba en esta noche gris, que anunciaba que cuando te apagues iba… a morir.Cuando terminó de leerla, se rió con ganas, como si quisiera que me ofendiera o algo. Si era eso lo que quería, pues bien por él, porque estaba consiguiendo cabrearme en serio.-Deja ya de burlarte de mí.-¡Pero por favor! Es un poco cursi… ¿Y rima bien? Porque yo no lo veo bueno.Le arrebaté la libreta de sus manos, molesto. Lo guardé en la mochila, en un bolsillo en el cual cabía perfectamente. Después volví al cajón y cogí mi estuche, en el cual estaban los materiales que usaba para dibujar y escribir.Iba a coger también mi bloc, pero la mano de Fer me retuvo.-Por favor, déjame que lo vea. Te prometo que no me voy a burlar de ti.Enarqué una ceja, sorprendido. No me iba a creer sus palabras, aunque si se lo hacía prometer, pues no veía en el problema.-¿Me prometes que no vas a burlarte de ninguno, ni vas a hacer ningún comentario idiota sobre alguno?Mi primo desvió la mirada, y eso no era buena señal. Hizo un sonido con la garganta, que quería decir que estaba pensando. Se puso la mano en la barbilla, y eso me desesperó un poco.-¡Di de una vez! ¿Me lo prometes o no? –Dije dando un golpe en la mesa. No fue sonoro, pero tampoco es que quisiera hacer mucho ruido.-Bueno, está bien. Peeeeero –me desesperó el tono que le puso al decir “pero” tan largo. –Si es un dibujo muy malo, hazme el favor de dejarme decir aunque sea un comentario pequeñito. – Me guiñó el ojo en cuanto terminó de hablar.Me encogí de hombros, ya cansado de aquel jueguecito estúpido. Seguí rebuscando en mi armario la ropa que tenía que llevarme, y la ropa que iba a dejar para llevarme mañana, (ni de coña iba a llevarme todas mis pertenencias de golpe. Hoy lo que haría es llevarme lo más gordo).Hubo un silencio un tanto incómodo. Sólo se oía el pasar de las páginas del bloc. Al no escuchar ninguna queja, supuse que se estaba conteniendo.En el fondo no era mala persona mi primo, es simplemente que a veces me desesperaba un poco porque tenía un carácter diferente al mío. Si soy sincero, he de decir que es con el que mejor me llevo de toda mi familia. Aparte, si no le tuviera aprecio, pasaría tres pueblos de ir a vivir con él.Aunque una cosa tenía que decir, y era que vivir con él sería la experiencia más desesperante y extraña de mi vida. Él es una persona que para estar con él una tarde, o incluso un día entero está bien, pero es muy quisquilloso, y un maniático de la limpieza. Seguramente me obligaría a limpiar todos los días la casa entera de arriba abajo, y se pondrá aun más exigente como sepa que va a venir visita.Finalmente escuché el carraspear de Fer. Suspiré y me giré, esperando una crítica cruel y despiadada, a la par de breve.Sin embargo, en sus ojos no hallé rastro alguno de risa contenida. Al contrario, parecía estar bastante emocionado. No quería pensar que era por los dibujos, así que me aventuré a preguntarle.-Er… ¿Qué sucede?-¡Qué bonito! La mayoría de los dibujos son chicas de ojos verde azulados, y con el pelo castaño. Me pregunto en quién estarán inspirados… -Murmuró lo último con un cierto tono irónico.Me crucé de brazos, algo cansado. Ya decía yo que tardaba en decir algo.-Sí, es Vic a mi manera, ¿sucede algo?Un brillo extraño apareció en los ojos de Fer. Ese brillo indicaba que había dicho o hecho algo que le había dado una idea para chincharme. ¿Por qué no podía tener la boca cerrada o pensar un poco más en mis actos?-Vaya, vaya… así que no tienes suficiente con la “Vic” real, ¿eh?Furioso, le pegué un codazo. Lo hice con fuerza, pero él no mostró rastro alguno de dolor. Simplemente se limitó a sonreír.-Era broma, tonto. –Suspiró largamente. – Estos niños de hoy en día… -Susurró, con fingida nostalgia.Seguimos guardando cosas en silencio. No quería comentar nada más, ya que todo lo que dijera estaría en mi contra sí o sí. Cuando terminamos nos sentamos en la cama y suspiramos a la vez. Cogí el móvil que estaba en mi bolsillo y miré la hora. Ya eran las nueve y media de la noche, y empezaba a tener hambre.-Creo… que voy a cenar. –Miré a mi primo, que me observaba con su típica sonrisa. –Y sí, tú si quieres puedes comer.-Gracias, es lo mínimo que puedes hacer por todas las molestias que me has causado.-¡Oye! –Lo contemplé con cara de pocos amigos.Se rió con energía y bajamos hacia la cocina. Mis padres estaban en ella, hablando en voz baja. Se callaron en cuanto nos vieron, y nos recibieron con una mirada un tanto acusadora.-Hola sobrino. –Dijo mi padre, entrecerrando los ojos. -¿Cómo estás?-Pues… bien, jeje… -Rió nerviosamente Fer. –Esto… Había venido porque… bueno… yo…-Me voy mañana. –Susurré con tono decidido. No quería alargar algo que era incómodo para todos.Mi padre se levantó de golpe, y un silencio sepulcral se adueñó del lugar. Por un momento pensé en Christal, y agradecí en mi fuero interno que no estuviera allí.-Así que ya quieres largarte como Jared, ¿no es así?-No, esto es diferente… -Reflejé mi paciencia en mis palabras, intentando que el ambiente se calmara.A pesar de ello, la tensión no se iba ni a tiros.-No es diferente. Te largarás por esa puerta al igual que él. –Señaló la puerta que daba la salida de la casa. Su dedo era acusador, y en el fondo me asustó un tanto. –Y también recogerás tus cosas y no volverás.-Cariño, no te alteres. –Mi madre se puso a su lado, cogiéndole del brazo. –No quiero que haya más peleas absurdas en casa, y menos que se repita lo que ocurrió.La mirada de mi padre llameaba con rabia, y eso me hizo sentir incómodo e inseguro. Sabía que estaba totalmente en contra de que me fuera, pero de eso a montar una escena parecida…Era absurdo. Totalmente absurdo.-Yo tampoco quiero que se repita lo mismo, pero nuestro hijo se va, y Christal se quedará sola. ¿Qué clase de ejemplos tiene la pobre?-Papá, sabes que ella es lista. No creo que vaya a imitarnos. –Musité.A pesar de mi intento por animar un poco a mi procreador, éste pasó de mis palabras y siguió ahí, en tensión.-Y bueno, ¿cuándo piensas meterte en las drogas?-¡Papá! ¡No me compares con ese indeseable! –Le pedí, furioso.Me acerqué a él, dispuesto a seguir con la pelea, pero algo me retuvo, cogiéndome del brazo.-Por favor primo, no le sigas el juego. –Fer me miró, preocupado.Hice un movimiento y me soltó. Me crucé de brazos y me quedé clavado en el sitio, esperando más acusaciones idiotas por parte de mi padre.-Miguel, basta. –Cuchicheó mi madre. –Para empezar, nuestra hija está arriba y seguramente está escuchándolo todo, y luego está el echo de que nuestro hijo sólo quiere estudiar fuera, nada más. ¿Por qué montas tanto espectáculo?Las palabras dulces de la mujer con la cual estaba casado le hicieron pensar durante varios minutos. Se sentó de nuevo en la silla y se cruzó de brazos, mirando la mesa fijamente.-No sé si debería confiar en él. –Dijo finalmente. –No sé si realmente debería dejarlo marchar… -Enterró su rostro entre sus manos. Por raro que sonara, me recordó al típico héroe luchador que acababa de perder una batalla contra un dragón. –Lo único que quiero es que mis hijos sean felices, y que no sean tan malas personas como mi primogénito… estoy harto de que sólo me busque en el trabajo para darle dinero, dinero, y más dinero… -Levantó la cabeza y clavó sus ojos en los míos.Le sostuve la mirada, aunque no pude quitarme la huella de preocupación en mi rostro. Realmente me sentía mal por todo lo que estaba pasando, y en el fondo había muchas cosas que me retenían, pero…Mis sueños, mi trabajo, mi vida. Todo dependía de aquel viaje junto a mi primo. No quería desperdiciar la más mínima oportunidad, y quería que mis padres lo entendieran. No iba a ser el viaje duro sólo para ellos, aunque era lo que pensaban. Yo también les echaré de menos, y añoraré muchas cosas de mi casa.Sin embargo, debía salir del nido y enfrentarme al mundo. Convertirme en adulto y ser lo que siempre he querido ser. Formarme como profesional y como persona en el mundo, y ser merecedor del cariño de mi familia y… de ella.-Padre, no voy a meterme en ningún mundillo de yonkis y alcohólicos. Yo lo único que voy a hacer es dedicarme a estudiar lo que quiero ser y punto. Cuando consiga un trabajo, por muy cutre que sea, volveré a visitaros. –Le puse mi mano derecha en su hombro, intentando darle ánimos. –Yo no soy Jared, ¿entendido?Miguel asintió. Se levantó y nos quedamos mirándonos unos segundos, que se me hicieron eternos. Luego sonrió y me abrazó.-Espero que lo que digas sea cierto. No quiero tener más bastardos en mi familia.Sonreí en mi fuero interno, y correspondí al abrazo.Cuando terminamos aquel momento emotivo, nos sentamos todos en la mesa, y mi madre nos preparó una cena bastante apetitosa. Christal bajó a los diez minutos de habernos sentado, y parecía contenta porque había aprendido ella sola a resolver un problema complicado de matemáticas. Se lo explicó a nuestro primo y éste mostró interés, aunque sabía que en el fondo no le importaba nada.Sonreí para mis adentros. Mañana no cenaría con mi familia, sino fuera. Ya tardaría mucho en ver una escena parecida a ésta, y también tardaría en volver a ver a los miembros de mi familia (a excepción de Fer).Mi madre puso los platos en la mesa y comenzamos a comer. En mi cabeza había un remolino de recuerdos y sentimientos bastante entremezclados. Recuerdos y sentimientos que mañana por la noche cerraría con una llave, y no volvería a abrirlos hasta que estuviera preparado.