Revista Diario

Capítulo XXX: K

Publicado el 03 agosto 2012 por Seles
Parpadeé, y me puse una mano en mi cabeza, mientras que la otra la apoyé en el suelo, ya que estaba sentado en él. Me daba todo vueltas, y cuando parpadeaba, sentía que veía como una luz cegadora, que me obligaba a cerrar los ojos de nuevo.Respiré hondo, y, finalmente, conseguí abrirlos sin cerrarlos. Estaba en una habitación que no era la mía, eso lo tenía claro. Lo sabía porque, para empezar, las paredes tenían un color rojo burdeos, y no había nada.Ni un mueble, ni un objeto, ni tan siquiera un cuadro. Nada.Me incorporé, asustado. Ni siquiera había una puerta. No podía salir de aquel lugar que me estaba volviendo loco, con esas paredes que me hacían sentir oprimido.Cerré los ojos, y cogí aire para gritar.-¡¡¡¡¡SACADME DE AQUÍ!!!!!Las paredes retumbaron, y yo temía que se vinieran abajo conmigo dentro. Estaba aturdido, y sólo pensaba en que iba a morir en cualquier momento.El corazón bombeaba sangre a una velocidad de vértigo. Caí de rodillas, mareado por aquella situación. Volví a gritar, temiendo que tuviera el mismo resultado que antes.Pero, sin embargo, no fue así.Una de las paredes, la que tenía en frente, retumbó. Un trozo rectangular de la pared venía hacia mí. Arrastré mi trasero para retroceder, temeroso de que pudiera pasar algo.El trozo misteriosamente cayó a un lado de la habitación, y ni tan siquiera me rozó. Sin embargo, instintivamente había puesto mi brazo izquierdo delante de mis ojos, de un modo instintivo.Escuché que unos pasos se acercaban a mí, y yo cerré estúpidamente los ojos. En el fondo no entendía por qué.-K, soy yo, Vic. –Susurró amablemente.En efecto, era la voz de mi querida amiga. Pero… ¿Por qué la escuchaba a ella? Podría haber venido mi madre, mi padre, o mi primo, pero… ¿Ella?-¿Qué haces aquí? –Le pregunté aun con los ojos cerrados. –Márchate.-Abre los ojos.Su voz era insinuante, atrayente. Algo me decía que no debía abrir los ojos, pero por otro lado, tenía ganas de hacerlo, de abrir los ojos y verla. Ahora solo veía oscuridad. Una oscuridad que me hacía temer lo peor, y hacerme sentir mal, como un ser miserable incapaz de decirle a la única persona que había apostado por él tantos años que, después de todo, se comportaba como un imbécil porque así era él. No sabía cómo actuar, y en estos momentos se había dado cuenta de que ni tan siquiera tenía lo que había que tener para abrir los ojos.Pero no, ésta vez iba a abrirlos. Iba a ser diferente.-Vic… yo… -Poco a poco fui abriendo los ojos.Y cuando vi con poca nitidez lo que tenía delante, los abrí súbitamente, horrorizado.Victoria tenía un enorme cuchillo atravesado en el cuello, con los ojos en blanco y con la boca abierta. Gotas de sangre cayeron lentamente por mis ropas, manchándolas. Mi boca enmudeció. Por mucho que gritara, no había nada que pudiera hacer por ella.Alguien la tenía agarrada del pelo, y, lentamente, fui alzando la mirada, hasta que vi a la persona que le había hecho eso a mi amiga.Jared.-¿Qué te pasa, hermanito? ¿Tienes fobia a la sangre?Soltó el cuerpo inerte del cual había tenido agarrado sus cabellos, y cayó en mi regazo.Yo la abracé con fuerza, y mis lágrimas no pudieron evitar salir. Todo mi ser temblaba de rabia y miedo, y sentía que yo iba a ser la siguiente víctima.-Oh, no te voy a matar, querido hermanito. –Dijo, como si me hubiera leído la mente. Se agachó frente a mí, con una sonrisa. –Voy a dejar que sufras, que te pudras de pena y llanto, para que así aprendas que uno no puede dejar de lado a sus aliados. –Su tono era el mismo que el de un loco de manicomio. Después de haber dicho eso, comenzó a reírse con carcajadas secas.Abracé el cuerpo de mi amiga con fuerza, y grité.
-Te mataré… hijo de… arg…Mi cuerpo se convulsionó antes de que me despertara. Me sentía extraño, y tenía sudores por todo el cuerpo. Sabía que era por la pesadilla que había tenido justo ahora, aunque cualquiera diría que es por el calor del verano.Me senté en mi cama y vi la hora que era en el móvil. Me había levantado a las doce de la mañana, como habituaba a hacerlo.Suspiré largamente, y luego reflexioné un poco sobre lo que había soñado.Normalmente le restaba importancia a los sueños, pero éste lo había visto demasiado real. Era como si realmente hubiera pasado (es más, aun no me creo que esté de nuevo en mi habitación), y ahora mismo estuviera en el sueño.Que estuviera Jared ya lo hacía una pesadilla horrible, pero… que encima fuera él el que matara a Vic…Rápidamente, cogí el teléfono, dispuesto a llamarla, pero luego recapacité de dos puntos importantes: lo primero es que ella no querría hablar conmigo, porque para empezar, estábamos peleados, y yo me comportaba con ella de un modo frío y distante. Mi comportamiento era inmaduro, y seguro que me pediría que cambiara si quería volver a hablar con ella. Y lo segundo es que lo que había visto era un sueño. Ella no estaba en peligro, puesto que yo hacía feliz a mi hermano para que no molestara a ningún ser querido.Pero… ¿Y si ese indeseable hiciera lo que le diera la gana? ¿Y si lo que realmente pasa es que él sigue haciendo estupideces a mis espaldas mientras que yo creo que es más manso de lo que realmente es? Dios, y yo me voy a ir…Me puse las manos en la cabeza, dándome cuenta de lo graves que se pondrían las cosas si se iba dejando cabos sueltos.Lo mejor sería llamar a Vic, y decirle que si ve a Jared, que llame a la policía de inmediato.Busqué su número de teléfono en la guía del móvil, pero de pronto éste comenzó a vibrar.La música sonaba mientras yo me quedaba blanco como la leche. ¡Me estaba llamando ella! Parecía que teníamos sincronizadas nuestras mentes. Decidí no hacerla esperar mucho y contestarle de inmediato.Me puse el móvil en la oreja y carraspeé.-Eh… ¿Sí? ¿Qué pasa?Bien K, tu tono borde seguro que anima mucho a que haya una reconciliación y ella se sienta feliz… ¿¡Pero es que soy imbécil o qué!?Respiré hondo varias veces, ella titubeaba por la otra línea, a causa de mi tono borde e injusto.-Perdona Vic, es que… me acabo de levantar. –Me excusé.-No pasa nada. –Se rió por lo bajo. Sospeché que lo hizo para restarle importancia al asunto. –Te llamaba porque… yo… necesitaba hablar contigo.La conocía muy bien. Le había dado muchas vueltas a la cabeza antes de llamarme. Normalmente no es tan lanzada, o tal vez es que nunca me había dado cuenta hasta qué punto quería seguir siendo amiga mía.Miré por la ventana, entrecerrando los ojos  mientras pensaba en la respuesta que debía darle.-Bueno… pues dime lo que querías decirme. ¿Tiene algo que ver con nuestras peleas?Hubo un tenso silencio de varios segundos. Llegué a pensar que la había vuelto a enfadar, o peor, a herir.-No imbécil. –Murmuró al final. Poco a poco comenzó a elevar la voz. –No tiene que ver exactamente con eso. Créeme, es mucho más general.-Ah, pues… soy todo oídos. –Dije, resuelto.-Te digo que no deberías hacerte el gracioso conmigo. –Su tono era amenazador, y en el fondo consiguió asustarme un poco. ¿Ella hablándome así? –No creas que voy a pedirte perdón, porque no hay nada que perdonar. Sólo quiero que me digas si… si realmente te importo.No, no podía ser cierto. Ella no era normalmente tan desafiante, tan dura. Seguramente más que darle vueltas a dirigirme la palabra, le habría dado vueltas a cómo destrozarme la moral con palabras secas.Pero a duro no me gana ni el mismísimo Dios.-Mira guapa, si después de todo el tiempo que llevamos como amigos no te he respondido a esa pregunta, es que he perdido el tiempo contigo.Justo cuando iba a colgar, y quedar como un rey, escucho un grito por el móvil.-¡¡¡¡¡¡¡ESPEEEEEEEEEEEEEERA!!!!!!!Volví a ponerme el teléfono en la oreja, y me quedé en silencio. Yo no tenía nada más que decir, y por lo visto hablar con ella sólo empeoraría las cosas, y más con el genio que tenía actualmente.-A ver… claro que me lo respondiste, pero lo hiciste antes, cuando… cuando me asegurabas con hechos que me querías como amiga, y que querías que estuviera a tu lado. –Su voz volvía a ser el de siempre. Típica chica perdida, que buscaba algo que realmente no comprendía. –La amistad hay que demostrarlo día a día, y… ¡Y me confundes!Esto último me dejó un tanto boquiabierto. Lo que había dicho no era mentira. Todo era cierto. Pero… sin embargo, no podía evitar sentirme mal por sus palabras, sinceras y letales. Fruncí el ceño y me dispuse a responder a su ataque.-¿Qué yo te confundo? Eres tú la que haces que mi cabeza no pueda pensar en otra cosa que en tus problemas, en tu forma de ser, y en cómo librarme de ti sin hacerte daño.Cuando dije eso, sólo se me ocurrió una cosa: Si alguna vez había metido la pata, seguro que no le llegaba ni a la mitad de cruel y estúpida que ésta. No había medido mis palabras, y sabía que se avecinaba un mar de reproches, o peor aún, de lágrimas.Sin embargo, lo que yo esperaba no ocurrió. Detrás de la línea, Vic se reía de un modo casi gutural, como si se estuviera conteniendo para no partirse de risa.-¿Qué… qué le ves de gracioso? –Pregunté.-Veo de gracioso… que eres patético. Si lo que realmente querías olvidar nuestra amistad, debiste ser más honesto y amable desde el principio. –Sus últimas palabras estaban cargadas de dolor. Seguidamente, colgó.No se estaba conteniendo para no reírse más, lo que estaba haciendo es reír por no llorar.Me levanté de golpe, y cogí mi cartera. Guardé el móvil en el bolsillo y puse la mano en el picaporte. Ya lo había echado todo a perder, y lo que debía hacer era, por lo menos, dejar las cosas totalmente claras antes de irme de su vida.Antes de que mis peores pesadillas se hagan realidad.

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