Revista Literatura

Carcamán

Publicado el 29 octubre 2020 por Netomancia @netomancia

El viejo Pascual estaba cada día más amargado. Cobraba la mínima, tomaba más de veinte medicamentos, estaba peleado con sus hijos y por lo tanto no veía a sus nietos, el almacén de la esquina había dejado de fiarle y por si fuera poco, la barrita de mocosos jugaba al fútbol delante de su casa y con la pelota le estropeaban el jardín que con esfuerzo mantenía.

Entonces, cada tarde, se asomaba a la ventana y los puteaba con todas las ganas. Después salía y montaba guardia en una silla, con cara de pocos amigos. Y cuando pasaban, los vecinos decían: "El viejo Pascual está cada día más amargado".

Y en realidad, era cansancio nomás.


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