Me gusta este blog. No lo conocía y ya me arrancó varias carcajadas. Y ganas de leer Dinero gratis. Sólo quisiera aclarar que Carcelona, el libro, no es un resumen del blog del mismo nombre. Es difícil de calcular con precisión pero diría que el 80% del texto publicado es material nuevo, escrito para la ocasión. El editor me lo dejó claro desde el primer momento que empezamos a hablar de la posibilidad de editar un libro. No quería repetir la experiencia de Juan Mal-herido. A los lectores no les gustan estas operaciones de cambio de formato. Dicho esto, celebro que haya usado la terminología con la que bautizo los diferentes capítulos. Sabe él como yo que es incorrecto en el inglés de la BBC. No lo es tanto en ese inglés para todos los públicos que usan los guiris y los demás extras del parque temático Carcelona.
Aquí comparto el texto de Javi Iglesias, de su Vida puta y sin talento,
¿Otro blog pasado a libro? Sí, otro. Y la mili que nos queda... Lo de Melusina es de recibo. El arrojo de editar en formato libro blogs como en su día Juan Mal-herido y ahora Carcelona hay que reconocérselo. Ahí queda eso. Marc Caellas es un francotirador que habla de francotiradores que apuntan desde afuera, disparan desde la calle y no sobre ella, abren fuego sobre los edificios del establishment, no desde sus ventanas. Carcelona es el libro de un blog de una indignación que quiere responder a esta simple pero concisa pregunta: ¿POR QUÉ HABÉIS CONVERTIDO MI CIUDAD EN UNA PUTA MIERDA? Se trata de la indignación por una ciudad perdida, o mejor, una ciudad robada, sustraída día a día hasta convertirla en prisión. Eso sí, cárcel con marca registrada, cárcel de diseño. Barcelona es la isla penitenciaria de John Carpenter (1997/2013), pero con Presidente autonómico de por medio...
Caellas reparte la leña que es justa y aun otro poco de propina, su sorna y sátira, sobrias y sin embargo aceradísimas, van dirigidas a tres blancos bien diferenciados: de un lado los políticos y demás caterva de establecidos, trajeados chupópteros vendehumo que han visto en la ciudad condal la perfecta carótida sobre la que ensayar sus colmillos, llenar sus bolsillos y de paso tratar al respetable como si fuese gilipuertas; del otro lado los verdaderos gilipuertas del meollo, esas nuevas piaras tribales, todas ellas legión, que han transformado las calles de la ciudad otrora cosmopolita en un nuevo y patético freakshow de pesadilla: snobs, pedantes, posculturetas, moderniquis, fashion-weekers, guiris a tutiplén, goticazos, hiperconectados, blogomierders, twitterzombis, starbuckmaníacos y demás fauna impresentable, a la que en su día tan bien ya les enmendó la plana Carlo Padial en su hilarante Dinero gratis; y en tercer lugar están los durmientes, esos reclusos ensimismados en un falso sueño de libertad, ni siquiera conscientes de su condición de reos sumisos y obedientes. Vencidos y cabezas gachas transigentes que, como el kafkiano personaje del cuento Ante la ley, ni siquiera alumbran la posibilidad de estar habitado una prisión de muros transparentes.
Y parace que sí, que razones no le faltan a Caellas para todo su abanico de invectivas, pese al cual aquella mítica Barcelona de Vázquez Montalbán —la de Carvalho, por tanto— se antoja ya algo irremediablemente perdido, otra Atlántida para la lista, y que bien podríamos intercambiar el nombre de Barcelona con el de tantísimas otras ciudades, españolas y no, obteniendo en el empeño una más o menos idéntica radiogafía. Los rayos X de una mal degenerado y degenarativo. La placa de una demencia. Tal vez no haya remedio, pero al menos debería quedarnos el gritar desde lo hondo de nuestra celda acolchada. O bien el reírnos en la puta cara de tanto celador sinvergüenza.