Me cuentan que Res no tornarà a ser com abans, de Carol López, está siendo un éxito de público y crítica. Pude asistir a uno de los ensayos previos y apuntaba maneras. Lo más divertido para mí, y perdonen el egocentrismo, fue constatar que dos ejemplares de Carcelona estaban en escena durante toda la obra. Los dos personajes masculinos lo leen durante la función, en varios momentos. Andrés me aseguró que lo leía de verdad. Andrew confesó que le costaba concentrarse. Y es que, de alguna manera, me dio la impresión de que la obra ilustra bastante bien algunas de las ideas que desarrollo en el capítulo Carcelona love: la dificultad para sostener la pareja, el infantilismo narcisista, la insatisfacción femenina. Como se comprueba en la imagen que acompaña este texto, el tal Andrew prefiere leer Carcelona a tener sexo con su mujer Olalla...
Hablando de Carcelona love, faltó incluir este poema de Jaime Gil de Biedma...
Despiértate. La cama está más fría
y las sábanas sucias en el suelo.
Por los montantes de la galería
llega el amanecer,
con su color de abrigo de entretiempo
y liga de mujer.
Despiértate pensando vagamente
que el portero de noche os ha llamado.
Y escucha en el silencio: sucediéndose
hacia lo lejos, se oyen enronquecer
los tranvías que llevan al trabajo.
Es el amanecer.
Irán amontonándose las flores
cortadas, en los puestos de las Ramblas,
y silbarán los pájaros ?cabrones-
desde los plátanos, mientras que ven volver
la negra humanidad que va a la cama
después de amanecer.
Acuérdate del cuarto en que has dormido.
Entierra la cabeza en las almohadas,
sintiendo aún la irritación y el frío
que da el amanecer
junto al cuerpo que tanto nos gustaba
en la noche de ayer,
y piensa en que debieses levantarte.
Piensa en la casa todavía oscura
donde entrarás para cambiar de traje,
y en la oficina, con sueño que vencer,
y en muchas otras cosas que se anuncian
desde el amanecer.
Aunque a tu lado escuches el susurro
de otra respiración. Aunque tú busques
el poco de calor entre sus muslos
medio dormido, que empieza a estremecer.
Aunque el amor no deje de ser dulce
hecho el amanecer.
-Junto al cuerpo que anoche me gustaba
tanto desnudo, déjame que encienda
la luz para besarse cara a cara,
en el amanecer.
Porque conozco el día que me espera,
y no por el placer.