Por Maximiliano Tomas para La NacionCualquiera que haya viajado en la última década a Barcelona sabrá que se trata de una de las capitales mundiales del skate. Durante el día e incluso la noche, la explanada del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) es uno de los territorios skaters por excelencia: los pisos lisos y las rampas de acceso al lugar se convirtieron en un parque de prácticas involuntario, generado por el uso que los jóvenes hicieron de él. Pero a fines de 2005, el gobierno de la Generalitat aprobó la Ordenanza de Civismo y Convivencia que, entre otras disposiciones, incluyó la de sancionar con multas que van de los 750 a los 1500 euros la práctica del skateboarding en los espacios públicos. Para el escritor Marc Caellas, autor del ensayo Carcelona, esa fue apenas la manifestación más transparente de la "dictadura del civismo" catalana: "Que sean rebeldes, si quieren, pero en su casa, porque cuando lo son en la calle la ensucian. Protesten, si no tienen nada mejor que hacer, pero que no tiren papeles al suelo. En la Carcelona del diseño y de los escaparates, la imagen es lo relevante". Así y todo, la puja entre las leyes municipales y la apropiación del espacio por los ciudadanos no es algo que se resuelva tan fácilmente. El MACBA sigue llenándose de skaters que le dan a esa zona del barrio del Raval una fisonomía única. Y cada vez que en la explanada irrumpe un móvil de la Guardia Urbana, los skaters se sientan sobre sus tablas y se ponen a charlar distraídamente: como no están patinando, no pueden ser sancionados.(...) siga leyendo acá