Prácticamente a todos los propietarios de un cachorro les encanta mimarlo, acariciarlo, consentir las gracias que hace porque son pequeños, muy divertidos y resulta muy dificil no rendirse a sus encantos, pero a medida que crece esas monerías dejan de tener gracia y pasan a convertirse en un problema, a veces grave, tanto para el propietario como para el mismo perro.
Y es que desde bien pequeños, desde que llegan por primera vez a casa, debemos ofrecerles el mayor equilibrio posible entre cariño, afecto y mimos por una parte y disciplina, corrección y control por la otra. Ni cariño sin disciplina ni disciplina sin cariño.
No debemos confundir disciplina con mano dura, una cosa es corregir un mal comportamiento y otra muy diferente es castigar sin control. Es muy importante que tu cachorro pueda entender por qué le estás corrigiendo y esto únicamente lo podrás conseguir si la corrección la haces inmediatamente en el momento en que ha cometido el error, unos segundos más tarde ya no entenderá a qué se debe tu corrección.
Por otra parte, el exceso de cariño puede ser malinterpretado por parte de tu cachorro. Éste puede entender tu cariño como una muestra de debilidad, entrega y sumisión hacia él por tu parte lo cual provocará errores con respecto a la posición que debe ocupar cada uno. Si además no ejerces disciplina, el cachorro se volverá dominante, caprichoso, desobediente, inestable, agresivo y sin capacidad de autocontrol.
En el otro extremo, la falta de cariño y de disciplina provocarán en el cachorro una conducta descontrolada, sin resistencia a la frustración ni capacidad para adaptarse a las normas sociales. También le puede causar un comportamiento agresivo imprevisible.
Si la combinación es un poco de afecto y mucha disciplina y control nos podemos encontrar con la respuesta de un cachorro excesivamente sumiso, sin iniciativa propia, conformista, pasivo, dependiente e infeliz.
El buen equilibrio entre afecto y control harán de tu cachorro un perro seguro de sí mismo, activo, resistente a la frustración, obediente y con control de su agresividad. En definitiva, un perro equilibrado y feliz.
Cómo educar a un cachorro