El Gran Lago, uno de sus últimos trabajos, fue seleccionado por la Unesco como material de consulta contra la discriminación.
Era un valiente suboficial que recorría la zona de los fortines, desmadejando aventuras montado sobre un caballo flaco y apretando un cigarrillo de chala entre sus labios.
Era El Cabo Savino, para muchos argentinos un entrañable personaje protagonista de la historieta no cómica de mayor duración en el país: treinta y tres años estuvo en el papel, siempre de la mano de Carlos "Chingolo" Casalla, su creador. "Por ese entonces estaba de moda un personaje, el Sargento Kirk, creado por el italiano Hugo Pratt - comienza a decir Casalla -. Había que hacer una historia más local, más nuestra. Qué mejor que un cabo medio civil, por qué no un perdedor. Así fue que inventamos un antihéroe, El Cabo Savino".
Savino era un fortinero de aspecto desgreñado, mirada incisiva y escasas palabras, al que le tocó protagonizar reiterados actos de heroísmo en capítulos que tenían algo de trivial y de épico a la vez . En treinta y tres años de servicio no recibió un solo ascenso.
Fue la editorial Columba, quien lo rescató de la cotidianeidad del diario y lo trasladó a las páginas de la revista El Tony.
Tan trascendente resultó la tira que, bajo la dirección del cineasta Juan Carlos Abate , en 1989 fue llevada al celuloide. Se llegó a filmar un episodio que se dio en llamar El Tren, e interpretado por Miguel Ruiz Díaz, Aldo Barbero, Haydée Padilla y el desaparecido Arturo Maly. Diferencias de criterios entre el realizador y el historietista hicieron naufragar el proyecto, que originariamente estaba pensado para ser distribuido en el circuito de videoclubs y que saldría en varios capítulos.