Creo que nunca me había quedado mejor la frase "Uno nunca sabe lo que tiene..."
Cuando asistí a Literatura en el Bravo en el marco del 5º Festival Internacional Chihuahua en 2009 no esperaba tener la oportunidad de poder platicar con Carlos Montemayor. Pero la oportunidad se dio. Pasaron varios minutos antes de que pudiera estar a solas con él; el tiempo suficiente como para pensar que ya no platicaríamos. Pero, aunque pasaron varios minutos, los perioidistas se iban y solo quedé yo con Carlos Montemayor, acompañado de su esposa. El evento al que asistíamos había retomado su ritmo, solo estábamos nosotros tres en el lobby de la Sala Octavio Trías cuando se acerco a mí y me dijo que, si me parecía bien, nos podíamos sentar en las escaleras a platicar.
Ya había grabado parte de lo que había dicho a la prensa, así que intenté algo distinto y retomamos un poco el hilo acerca de las causas y movimientos sociales. No fue hasta que supe de su fallecimiento que volví a escuchar esas palabras y sentirlas en mi interior. La entrevista cobraba un nuevo significado, me daba cuenta que sus palabras me recordaban aquello que había seguido en más de una ocasión por diferentes filosofías espirituales: "Para que se realice un cambio en el país tenemos que voltear a ver a las comunidades indígenas".
A Montemayor lo conocí en Juárez; de Samuel Ruíz sólo conocí su legado al asistir a su entierro en SanCris. Hoy, a un año de su fallecimiento y teniendo también reciente la muerte de Samuel Ruíz, no puedo dejar de preguntar: ¿Quiénes son los que vienen detrás de ellos? Y la única respuesta que encuentro, aquella que realmente me llena y me da esperanza es: Todos los que estemos dispuestos a caminar al lado de los indígenas.
Gracias a la vida y siempre, muy en especial, a Carlos Montemayor por permitirme la oportunidad de compartir esos minutos.
Luis Alfaro