Revista Literatura

¡¡¡¡ carnaval, carnaval.... !!!

Publicado el 14 febrero 2013 por Beatrizf
¡¡¡¡ carnaval, carnaval.... !!!
¡¡ Porqué me habré puesto este disfraz tan horrible!!, no estoy a gusto y así claro una no ….
¡¡ Huy !! valla, parece que ese mejicano me sonríe…
Qué bueno que paramos a bailar en esta esquina, está muy animada y no hay tantos niñatos como en la verbena.
Ramón quédate ahí apoyado en la barra, si alguien te toca, te roza o te habla tu síguele el rollo, yo voy a mear y vuelvo en seguida, aquí tranquilito ehhhh.
Que sí hombre, que no me voy a mover de aquí, no creo que llegara muy lejos sin que me aplastaran.
Olga, yo voy a pedir una caña en este quiosco, ¿te pido algo?
Nada, esta me sonríe y dice que sí pero ni me oye, además va tan puesta que las neuronas sólo se le conectan para mover el culo y asentir con la cabeza, bueno … como tanta gente.
Pero ¡¡¡¡qué divertido está todo el mundo!!!  , qué buen rollo…. Menos mal que bajé….¡Coño¡, vaya un codazo me acaba de meter esta para hacerse hueco.
Huy perdón, es que me empujaron (le acabo de poner las tetas al mejicano en todo el careto).
Nada, tranquila, no te preocupes.
Qué, bailando un poco en la calle.
¡Anda este! que quiere ligar, míralo y tan tranquilito que estaba apoyado en la barra, si ya decía yo que no me quitaba ojo de encima.
Pues sí, (me acerqué a su oreja para hablarle) pasando la noche, está esto muy animado.
Él movió la cabeza hacia mi boca y se enderezó como para oírme mejor, en esas otro empellón de la masa me lanzó sobre él.
Venga vale, bailemos.
Me rodeó con un brazo y se apretó contra mí, estaba claro que eso sólo se tolera en carnavales, ¡¡ea!! todo sea por la fiesta.
Me dio la risa floja porque tenía torcido el bigote de charro y estaba muy cómico.
Qué pasa, tan mal bailo?
Pues sí … bueno no, no es por eso, es que llevas el bigote torcido.
Ya es que me lo puso Demetrio y siempre me gasta alguna bromita.
Siete u ocho piezas después llegó Demetrio enganchado a una enfermera de pelo en pecho y barba de días,
Ramón, mira a quién me he encontrado, a ver si adivinas.
Ramón perezosamente aflojó el brazo con el que me hacía presa y lo alargó, la hirsuta enfermera le puso la cara en la mano y se dejó tantear….
En ese momento se me encendió la única luz que me quedaba a esas alturas y entendí lo del bigote torcido y las gafas oscuras.

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