Bueno Jon*, te respondo con más tiempo. Para actualizarte sobre Cuba, sobre mi proyecto, sobre la Esperanza. No sé si has leído sobre lo que pasa en Costa Rica, bueno, ahora hay una crisis migratoria allí, lo bastante coherente como para creer que ha sido orquestada, o estimulada, muy inteligentemente por un dramaturgo. El fin: derogar una Ley. La famosa -para nosotros- Ley de Ajuste. Esa ley permite que cualquier cubano pueda entrar a los Estados Unidos y automáticamente es admitido por un programa de reincorporación a ese país, que incluye, incluso, subsidios. Es una ley básicamente de politiquería, pues más que la emigración estimula la deserción, la salida ilegal, la desmoralización. Es una ley populista, hecha para una puesta en escena. Lo más importante para esa es que el cubano de a pie huya del socialismo, se arroje al mar, sea creativo.
Como sucede en la política, el ciudadano, el vecino, es la carne de cañón, y en este casopues, la gente se ha tirado al mar de forma bastante espectacular; ya sabemos que para buena parte del mundo -la que sabe que Cuba existe- los cubanos somos algo cercano a balseros de nacimiento o algo así. Y si en parte el mundo tiene razón es, en parte, por esta ley. Se ha muerto gente en el mar, pero también hay otra gente que no ha muerto, y le ha ido mejor en Gringolandia gracias a esta ley, en comparación con otros emigrantes tercermundistas, y en comparación con los propios cubanos que se quedan en la isla, (mucho de los cuales medianamente visten, medianamente calzan, o construyen sus casas, gracias a las remesas). Se dice que le estado de bienestar americano fue la respuesta americana a la alternativa soviética. La Ley de Ajuste, guerrafiísta por antonomasia, parece la misma figura política.
Es decir que para mucha gente en Cuba, en la cual me incluyo, esa ley es una especie de puerta de salida alternativa: si el agua te llega al cuello en Cuba, si crees que no tienes futuro y no estás dispuesto a dilapidar tu vida así, o si crees que se acerca un futuro negro, una guerra civil, u otra catástrofe como fue el Periodo Especial en los 90s, el cubano piensa que tiene un lugar alternativo, relativamente cálido y ese hogar es los Estados Unidos, y sobre todo Miami. La Ley de Ajuste viene siendo, agregaría, otra coartada paternalista –ya te hablé de eso, ¿recuerdas?-, de origen también Estatal (en definitiva es pagada por el contribuyente americano) que acaso nos impide enfocarnos en crear un sociedad sólida, próspera que definitivamente construyamos todos sin arrojar culpas a nadie, sino a nosotros mismos. Así que una buena parte de Cuba, del cubano de a pie, o del cubano que no es de a pie, sino de nuestra particularísima clase media, no quiere en el fondo que quiten la ley, un poco por esa propia inercia y los maloshábitos que por defecto ha generado nuestra precaria y
accidentada ruta de construir un país alternativo sin desigualdades al menos escandalosas.
Ahora bien, ¿por qué ahora se habla de desarticulación de una red de trata de cubanos de la cual se beneficiaban medianamente miles de traficantes en Centroamérica, y miles de cubanos que iban por ese canal hacia el sueño, o la estabilidad Americana? Pues porque la Ley de Ajuste quizá es un problema menor, soluble, en la hoja de ruta de eliminar el embargo económico que anunció Obama. La Ley de Ajuste, por su arbitrariedad a voces, es una de las cosas que más entorpece ahora mismo la eliminación del embargo, y esta situación en Costa Rica precisamente parece justamente una jugada de laboratorio salida de una mesa de conversaciones migratorias a través de medias frases e insinuaciones. Como es regla en la política, hacía falta un pretexto, y lo han encontrado en el cuello de botella de Costa Rica. La Ley de Ajuste por otra parte ensucia el propio proyecto Americano de resolver su propio problema migratorio, que es bastante grave ya, y Obama -apostillado por Raúl Castro como un “hombre decente”- parece una especie de moralista burgués al que le interesa ganar conflictos de la forma más limpia posible.
Esto no solo lo sabe el gobierno y la gente de Cuba, lo saben todos los Gobiernos que -acaso por solidaridad- quieren que quiten en bloqueo, o los políticos de Latinoamérica que a través de sus ciudadanos sienten aunque sea un poquitín de amor propio: ¿por qué a un cubano sí y a un mexicano no? ¿De contra que tienen que tragarse nuestra arrogancia de izquierda, nuestro heroísmo de izquierda, también tienen que tragarse una situación migratoria preferencial?Una ley, por demás, insoslayable frente a un gran tema ahora mismo de escala internacional: la Inmigración.
Así que la carne de cañón siguen siendo esos 4, 5 o 6 mil cubanos varados en Costa Rica. Ellos, sin saberlo, son la soldadesca que se desbarranca en esta amarga comedia política, que ya está dando resultados: Ecuador anunció que exigirá visas a los cubanos (la TV cubana, aficionada a la protestas foráneas y alérgica a las protestas internas,le dio cobertura a una de cubanos en la embajada de Ecuador en la Habana). Asimismo Costa Rica dijo que no otorgaría más permisos temporales que incrementen la crisis. Por otra parte el New York Times sacó un editorial exigiendo que quiten la Ley. Una puesta en escena que se parece demasiado a la que precedió al anuncio del 17 D. El castillo de naipes se resiente, es demasiado frágil.
He tratado de hacerte el cuento completopara caer en lo de la Esperanza y en lo de mi proyecto. El grado de Esperanza aquí lo da la cantidad de gente que se va de Cuba ahora mismo. Ven una esperanza fuera de Cuba, lo cual puede ser bueno en la desgracia, pues esa opción nos salva de cualquier forma de suicidio; o puede ser malo, en cuanto a que todo se vuelve mucho más inestable de lo que normalmente es: entre los que se van hay mucho potencial, fuerza calificada, gente valiosa, que podría –aunque parezca un lugar común- quedarse a presionar por un país que responda en todas las direcciones a los sueños de sus ciudadanos y no a los sueños de una dirigencia. Mi proyecto se accidenta en esta circunstancia: mi compañero de tándem que se encargaba de la Producción emigró también a los Estados Unidos. Y ahora, como el personaje de mi guión, me he quedado solo, empujando. Lamentablemente la secreta o manifiesta reticencia de muchos cubanos de a pie a que quiten la Ley de Ajuste–y yo todavía soy uno de ellos-, revela cuanto nos falta aún para asumir de una vez por todas una lucha limpia. La mayoría lloramos y pusimos grandes esperanzas en lo que sucedió hace un año el 17 de diciembre, pero la mayoría, ofuscada a veces por necesidades aparentemente primarias, no parece asumir que quitar la Ley de Ajuste es, a priori, necesario, primario. Esta perspectiva nos deja mal parados: no nos hace tanto un país de héroes, como un país demasiado permeado
de retórica, charlatanería, autocompasión.
Tú, Jon, que defiendes un país vasco independiente, toma nota del precipitado que queda luego de cinco décadas de un sistema económico, cultural, educativo –todavía-altamente politizado. Imagina, Jon, la política en el centro de la vida social de un país, y que un país de políticos puede convertirse a la larga en un país básicamente de aire.
*Jon es vasco, lo conocí en el carnaval santiaguero del 2015.