Es la tierra del mejor café, de todas las frutas tropicales imaginables, de la coca prehispánica que se cultiva sacrificadamente en terrazas. Sus pueblos encaramados caprichosamente sobre los cerros, a menudo parecen tocar el cielo cuando los envuelve la bruma, dándoles la estampa de sitios encantados. Es a su vez, encrucijada de etnias y culturas tan dispares como la aymara y la afroboliviana. Los huayños melancólicos del Ande y los alegres ritmos de la saya afro conviven aquí gustosamente. En sus calles, no es raro encontrar a mujeres de ambas etnias luciendo el mismo atuendo: pollera y sombrero de chola paceña. Esos raros caprichos de la historia como el que permite concentrar a casi todos los afrodescendientes (unos 25.000) en esta parte de la geografía boliviana.
Como era de esperar, el paisaje inigualable y la relativa cercanía a la urbe principal del país, han transformado a la región en el destino turístico más importante. Dicen que en el pueblo más visitado, Coroico, el inglés es la lengua predominante y los billetes verdes moneda común.
Pueblo de Coroico
Sin embargo, basta teclear en el Google las palabras temidas: “carretera más peligrosa del mundo” o su equivalente en cualquier idioma. El resultado no podía ser más siniestro o atrayente según se vea. Y la fama no es inmerecida. El goteo incesante de accidentes da fe de aquello. Porque a pesar de haberse construido un moderno tramo asfaltado de 50 kilómetros que reemplaza la parte antigua y más peligrosa de la carretera, solo llega hasta Coroico (a 120 Km de La Paz), pero el resto del trayecto continua descuidado, mucho peor los distintos ramales que se desprenden a diversos poblados. Y no es cualquier camino, es la única vía que comunica con el norte del país por el lado occidental.De acuerdo a publicaciones, en los Yungas, no hay una sola familia que no haya perdido un ser querido en un accidente. Se sabe de casos donde muchos niños han quedado huérfanos de golpe por una de estas tragedias. A veces familias enteras perecen. Y la danza inmisericorde de la Parca continúa, por distintos factores:
- Esta es la única carretera del país donde se conduce a la manera inglesa (por la izquierda). El código de tránsito aquí no sirve. Manda el sentido común y códigos de los transportistas más o menos respetados: así, los que van de bajada deben ceder el paso. El que se asoma al borde debe hacerlo por el lado del chofer para maniobrar más seguro. Aún así, varios de los accidentes se producen al dar marcha atrás para dar paso a otro vehículo que viene en sentido contrario.
- Pero ante la causa anterior, es inevitable que alguien se haya cuestionado que por qué no se establecen horarios para que la vía se use en un solo sentido. Las autoridades camineras lo han intentado, pero según dicen, en su descargo, que los mismos transportistas y algunos lugareños se opusieron a la medida porque perjudicaba a sus intereses económicos. El gobierno no es firme, pero tampoco los pobladores colaboran.
- Dadas las características topográficas, es frecuente que se produzcan lluvias, ocasionales derrumbes, caídas de piedras sueltas y sumándole la niebla, constituyen las peores condiciones para el viaje. A esto hay que añadirle el pésimo mantenimiento de la carretera, pueden pasar días sin que llegue el auxilio de la maquinaria pesada. Hace unos tres meses, un autobús cayó al barranco por evadir uno de estos derrumbes, cediendo la plataforma al paso del motorizado. Como consuelo estúpido cabe decir que menos mal que todos los pasajeros se bajaron antes, no así el infortunado chofer que falleció. Y este espectáculo dantesco fue filmado por un pasajero con celular.
- Otras causas adicionales vienen explicadas por factores intrínsecos como conductores alcoholizados o que se duermen al volante durante viajes nocturnos, a menudo los vehículos circulan sobrecargados, o lo peor de todo, el mantenimiento mecánico insuficiente con la excusa de ahorrar dinero: ha habido casos de vehículos siniestrados que sujetaban sus muelles con lazos de goma. Y para cerrar el círculo vicioso, no hay control estricto en los retenes de tránsito, mucho menos en carretera. Así se juega con la muerte. Así se desprecia la vida.
Tanta repercusión mundial tiene este fenómeno que hace poco, se efectuó una especie de reallity- show del conocido History Channel, el cual trajo una cuadrilla de –supuestamente- los mejores camioneros de Estados Unidos. Al cabo de pocas horas, casi todos se rindieron acobardados por la experiencia, peor aún cuando tuvieron que conducir los viejos Volvos F-12 locales. Acostumbrados a sus vehículos nuevos y carreteras amplias, su arrogancia les duró un suspiro, marchándose entre improperios y maldiciones.
Inevitablemente se opondrá mucha gente, comenzando por los grupos ecologistas. Dirán muy sueltos de cuerpo que la carretera perderá su “encanto”. Entretanto,quién calma la zozobra de aquellos que suben a los féretros rodantes, una y otra vez porque no tienen de otra. Quién traerá consuelo a las familias enlutadas, mientras corre el tiempo a la espera de nuevas víctimas… mientras el destino sabe a abismo permanente.