Revista Ilustración

Carreteras y coches

Publicado el 06 diciembre 2023 por Ni_mini

 Nunca supe en qué día se murió el demonio aquel, pero fue un espeluznante accidente de carretera. El demonio se quedó dormido mientras manejaba (aparentemente) y el coche se fue al barranco con toda su familia dentro. La mayoría murió casi en el instante, pero mi papá sobrevivió milagrosamente junto con dos de sus hermanos.
Fué quizá por la magnitud del evento que las carreteras siempre tuvieron una mística especial para él, donde probablemente se mezclaba el poder de la velocidad y el vértigo de la muerte. Cuando mi papá manejaba en carretera se transfiguraba en demonio también. La carretera de noche me erizaba la espalda de miedo, en la parte de Tepoztlán tan cargada de curvas, peligro y oscuridad
“I’ve got you under my skin
I've got you, deep in the heart of me”
-Puedes ir mas despacio porfavor? Puedes cambiar la música porfavor? Ya escuchamos esa canción más de 7 veces.
Pero el demonio estaba al volante y con una sonrisa burlona, pisaba mas fuerte al acelerador y dejaba aquella estúpida canción en repeat por el resto del viaje
“So deep in my heart that you're really a part of me
I've got you under my skin”
Apretaba los ojos y me aferraba a la agarradera de la puerta teniendo la certeza que al igual que a él, el demonio dentro de mi padre algún día acabaría matándonos en este ataúd metálico de lujo, tragados por la negrura de la noche en esa carretera aterradora
Mi mejor amiga soñaba con ser piloto de fórmula 1, Diosa guerrera de corazón de oro con reflejos sobrehumanos. Yo era su copiloto y el DJ oficial. A ella le extrañaba mi carencia de temor cuando ella conducía su Cougar blanco a velocidades récord y a mi me sorprendía qué tanto me gustaba el soundtrack de Amores Perros.
“Un duelo salvaje advierte
Lo cerca que ando de entrar”
-Esque yo no le tengo miedo a la muerte y he vivido con un demonio toda la vida. ¿Cómo explica eso uno a los 16 años?
Volábamos por la carretera de Cuautla o Cuernavaca, que no contenía menos peligros que la de Tepoztlán pero por alguna razón sus ojos fieros me hacían sentir menos miedo.  Aquel Cougar blanco se convirtió en un refugio, en una manifestación de nuestro propio poder y autonomía. Ave de metal, espada blanca invencible, karaoke 24/7. Volábamos cantando.
“En un mundo descomunal
Siento mi fragilidad”.


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