Carrusel.
Ella se subió al carrusel aquella noche, los pequeños focos del mismo titilaban tan alegremente como su sonrisa… y sí, la recuerdo con ese vestido suelto de gasa, tan vivaz y encantadora a pesar de la distancia… y es que mis ojos la atraparon en aquel brevísimo instante al sujetarse del metal que suele atravesar a los caballos. Sonrisa alegre y ojos verdes sobre piel blanquecina, rizos oscuros volando al viento.
Quizás en un arrebato me habría atrevido a hablarle, pero no suelo ser de los que se atreven… menos aún de los que hablan demasiado, y a veces el hecho de decir poco… es solamente un agravante, un obstáculo autoimpuesto, así pues, guardé silencio a la espera de un milagro, pero a veces esperar es solamente otra barrera y es el tiempo quién decide quién entra y sale de un lugar que tu no ocupas.
(Tiempo, destino, lo tomas o lo dejas, y si lo dejas… puede que nunca sea como debía, puede que nunca vuelva, puede que se atrase y después no sea lo mismo. Tiempo, destino, blasfemia.)
Mientras el carrusel giraba bajo la luna en aquella noche tibia yo no la perdía con la mirada, imaginaba entonces que el carrusel se detenía y que ella bajaba, que yo lograba quitarme las cadenas que me ataban y acercarme, que le hablaba tan fluidamente que era otro y no éste mismo, que ella inesperadamente me aceptaba en su pequeño espacio y sonreía encantada ante mis ocurrencias, que me tendía la mano y me permitía acompañarla hasta otro lado, cualquier lugar, a donde fuera, que el tiempo pasaba tan lentamente y a la vez tan rápido… que yo podía ver una vida entera y saborearla, sin perderme detalle, no, pero deseando más y más a cada instante, que el destino era perfecto y había un baile en una noche, como un nuevo carrusel con luces y música, un vals entre nosotros, vueltas y giros, y sus ojos verdes y sus labios rojos en los míos. Y uno imagina tanto en tan pocos segundos… mientras otros aprovechan el tiempo... y el destino.
(Destino…)
Sucedió entonces que mientras yo me debatía por hablarle… (torpe, cobarde, absurdo) alguien, quién fuera, decidió subirse al carrusel sin previo aviso en una vuelta y sujetarla, la tomó tan firmemente por la cintura… que habría jurado que había sido suya desde siempre, y sin embargo… los vi coquetearse el uno al otro entre susurros y sonrisas cómplices mientras mi corazón se rompía en mil pedazos como nunca. Y mientras el juego se detenía en un final suspiro y ellos bajaban juntos y de la mano en aquel lugar alegre… yo los vi partir en silencio rumbo a un tiempo y un destino… (a un carrusel…) que nunca fueron míos pero que quizás debieron… si tan solo me hubiese atrevido.
-Carrusel-