“Carrusel de emociones”, Suban a la montaña rusa, solo por hoy es gratis un paseo, si reconoces que tú también sufres vértigo, no lo dudes esta es tu atracción de esta feria.
¡Pasen y vean, disfruten del carrusel de las emociones locas, las emociones perdidas, disfruten de minutos de descontrol, de perdida de la conciencia!
Estos anuncios me confundieron, me parecía interesante probar cosas nuevas, experimentar en otra piel mis emociones, jugar sin quemarme, jugar a ser la protagonista de tu vida, de tus sueños eróticos, si esos sueños que mojan tus entrepiernas y empañan tu mirada.
Compré un boleto y me dispuse a montarme en la montaña rusa, siempre me dio vértigo pero esta vez me armé de valor y zas, aquí estoy subida en la noria de las emociones; me tiembla hasta la respiración, no sé si seré una kamikaze pero calcé unas medias nuevas, unos zapatos de charol rojo con un tacón sensual, una falda a media pierna y una blusa con un escote en la espalda que termina donde empieza a vislumbrase el coxis pero no se llega a ver solo se insinúa, carmín rojo en los labios, máscara de pestañas, pelo recogido y unas gotas de perfume donde no se ve pero se quiere llegar a ver.
Sentado en el reservado del restaurante estaba él, nervioso mirando la hora y yo puntual como un reloj suizo llegué despacio, segura de mí, el sonido de mi caminar hizo mella en su cuerpo, las primeras gotas de sudor por su espalda bajaron sin avisar. Sin decirme nada y con sus ojos todo lo que no podía verbalizar, se levantó de su silla, y ofreciéndome la cortesía de un hombre educado me ayudó a quitarme el abrigo que cubría mis hombros.
Sonaba un tango de música de ambiente, un vermut para romper los primeros segundos de este encuentro deseado por los dos, comenzamos a hablar, las primeras miradas subían la energía del ambiente, no había afinidad era alquimia lo que allí se palpaba.
A penas pude probar bocado de la cena, podían más mi deseo de acariciar su piel y ser acaricia que tomar una deliciosa comida.
El efecto del vino comenzó a hacer su trabajo entre el vaivén de miedos y deseos, a él también se le notaba los primeros signos de las primeras copas.
Terminada la cena, parecía que se termina la cita, terminada la copa de vino, los primeros retoques de carmín en mis labios, sus manos sin querer acariciaron mis manos, y las mías queriendo se acercaron a las suyas, sin querer el primer beso robado, los corazones empezaron a latir más rápidos, parecían uno, mis labios querían más sin darme cuenta me vi en su alcoba, en su cama y diciéndole "Bésame muy despacio, acaríciame con tus besos mi cuerpo, hazme sentir única por un instante, haz que olvide los fantasmas del pasado con tus manos, con tus besos", Quítame la ropa rápido, sin medida, sin pausa pero con pasión, esa que te embarga cuando te encuentras enfrente de la persona amada, deseada, dibuja mis labios con tus dedos, toca mis caderas como acaricias tu guitarra...
“Suena la sirena es la hora de la siesta en la residencia, Ana vive aquí desde que su marido falleció, bebe agua y sin querer se emociona, lágrimas recorren su rostro, se levanta de la butaca y me dice niña me tengo que ir a dormir un ratito, mañana seguiré contándote mi único encuentro con el amor de mi vida”.