Libia
Querido Alberto. Acabas de hacer 18 años. Ya eres mayor de edad. Cómo pasa el tiempo: aún recuerdo cuando eras pequeño, como un garbanzo revoltoso. Ya eres adulto y tienes plena capacidad de obrar y para hacer cosas que antes te estaban vedadas. Puedes, por ejemplo, sacarte el carné de conducir. Y también puedes votar. Tienes en tus manos -y podrás ejercerlo en las próximas elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo- el derecho a elegir quién gobierna el espacio público. Parece una tontería, pero hay muchas personas que han dado su vida para que los jóvenes como tú puedan realizar un gesto para nosotros ahora tan familiar como introducir un voto en una urna. Fíjate en todos los jóvenes que están participando en las revoluciones árabes, movidos por un ansia de libertad y de sacudirse de encima a los amojamados sátrapas que les venían gobernando. Muchos de esos jóvenes seguro que no han podido votar nunca, o quizá lo hayan hecho en elecciones falsas, de cartón piedra. Jóvenes, por cierto, muchos de los cuales han empleado las redes sociales virtuales para armar esta revolución. Jóvenes y adolescentes árabes que hacen un uso adulto de las redes y que nos han dado una lección a muchos mayores occidentales obsesionados con hacer un uso adolescente de las redes.