Querido ex consejero:
Aún me dura el shock que me produjo ayer la noticia de tu detención por parte de la Policía Judicial, junto a otros dos altos cargos de la Administración Autonómica y a varios empresarios.
‘¡Joder, qué tropa!’, que diría el Conde de Romanones.
Como puedes suponer, de inmediato las redacciones de los diferentes medios de comunicación comenzaron a bullir. También en las Administraciones Públicas, aunque algunos hoy callen, e incluso suspendan ruedas de prensa. Y los ciudadanos, costernados.
Todos nos hacemos la misma pregunta: ‘¿Puede ser? ¿Es posible?’. Pues sí, es posible. Nadie lo creía, pero la realidad es así, dura como los mineros de esta tierra, y tan cierta como las aguas bravías que perfilan nuestras costas.
A decir bien, te diré que personalmente si esto mismo hubiese sucedido con otros casi lo esperaba. Pero de ti nadie lo esperábamos. Nadie. Ni políticos, ni ciudadanos, ni medios de comunicación.
Pero todavía produce más zozobra el hecho de pensar que Su Señoría te envió a los chiqueros. Y produce escalofríos por tratarse de quién se trata. Los que llevan años en estos tinglados te conocen bien y coinciden. Nadie sale de su asombro, y nadie logra encontrar explicaciones a sus preguntas. ‘¡Me quedé acojonao!’, me dijo esta tarde un tocayo tuyo, que te conoce bien, al hablar sobre este asunto. Y, sin duda, es para estarlo.
Pronto están haciendo leña del árbol caído. Prematuramente te están sentenciando quienes sólo interpretan las leyes a su imagen y semejanza. Flaco favor están haciendo a la clase política de esta región, a las Administraciones Públicas y la ciudadanía en general. No se puede generalizar. Hay que ser cautelosos y discretos no vaya a ser que a otros salpique también, aunque se crean santos e inmaculados, a pesar de sus divisiones.
Como podrás suponer, la convulsión aún ha sido más virulenta si tenemos en cuenta que en esta tierra es la primera vez que acontecen lindezas de esta magnitud. Nunca. Por el contrario, si esto hubiera acaecido en la tierra del Rey Jaime I a nadie le hubiera resultado extraño. Desgraciadamente, allí ya están vacunados, incluso.
A su vez esta situación me lleva a reflexionar. Siempre dije, y lo mantengo, que los políticos firmáis –firman- todo aquello que los técnicos ponen sobre la mesa. Dicho de otra forma, son los funcionarios, los altos funcionarios con acceso directos a los Altos Cargos, quiénes más pulcros deben ser. En definitiva, son los responsables de la gestión pública del político de turno. Al fin y al cabo, el político debe fiarse de la actuación administrativa de sus subordinados. Por eso, y en este caso, quizás tú puedas ser también víctima de esta película tan kafkiana. Pero también sois los responsables de cuántos delitos, fraudes, corruptelas y otras lindezas acontezcan intramuros de vuestros feudos. Por eso también eres verdugo en esta película.
Víctima y verdugo. Y me reafirmo.
La verdad es que extraña mucho que un político de tu hechura y con tu trayectoria, en el umbral de su vida política acabe así. No es normal. Reconozcámoslo. Pero también es cierto que en política, más aún cuando se gestiona, se debe confiar en quiénes delegamos y en aquellas personas que tienen funciones más técnicas que políticas. El problema puede ser ése, amigo. En reiteradas ocasiones, el error está en el técnico de turno. Pero, ¿quién es tan osado de poner orden y concierto en tan magnánimo caos? Quizás sería el momento éste de hacer una verdadera transformación en las estructuras administrativas de la mismísima Administración Pública. Quizás fue interesante una verdadera profesionalización y renovación de tan delicado estamento profesional. Los técnicos tienen que ser autenticos, vocacionales y, por encima de otras lindezas, verdaderos profesionales de la gestión pública. Lo demás es disfrazar la realidad de tonterías y de bagatelas sin medida. Y así nos va...
La Justicia será quién diga la última palabra, quién sentencie. Amen del pueblo. Malos tiempos corren, y lo sabes. Tu imagen pública, destruida; tu reputación, pulverizada; tu gestión al frente de la consejería, vilipendiada. Párate a pensar por un instante: ¿Qué te queda tras tu paso y gestión por la Administración Autonómica?, ¿Mereció la pena? No me respondas. No lo necesito, y ahora más que nunca tienes que medir tus fuerzas y tu energía. Simplemente, piénsalo, y respóndete a ti mismo.
Espero que tu paso por los chiqueros sea breve. Todo saldrá bien, y el tiempo y la Justicia pondrán a cada uno en su sitio. No lo dudo. Al contrario. La división de poderes de Montesquieu es de vigente actualidad en este momento, ¿no crees?
Cuidate. Tu salud física y emocional te lo agradecerá. Créeme.