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Carta abierta al hermano Boff

Publicado el 22 julio 2009 por Lautarojc
Querido Leonardo:
He leído en Redes Cristianas tu artículo a raíz de la última encíclica de Benedicto XVI. El título me ha llamado la atención, y como yo había hecho en este blog un comentario al respecto, la lectura de tu texto me llevado a pensar sobre lo que ambos hemos dicho.
Si Benedicto XVI no fuera Karl Ratzinger en el mundo civil, reconozco que esta encíclica me hubiera resultado extraña, pero realmente considero qué es lo que se puede esperar del Papa que hoy se sienta en la silla de Pedro. Es un pensador por encima de todo, siempre alejado de la práctica real. Por eso ha hecho un documento ideológico. Ahora bien, coincido contigo en que a la Iglesia Católica le vendría muy bien un profeta en esa silla, aunque también le harían falta más profetas de los que tiene. Y profetas de verdad; creyentes que vivieran hasta tal punto su fe que no dudaran llegada la hora de exponerse en todos los sentidos ante el mundo, y sobretodo ante la jerarquía que hoy inunda el catolicismo, ahogándolo en un mar de mediocridad y tibieza. Un profeta no escribiría una encíclica, la haría vida y abandonaría la silla para ello en un gesto profético.
Pero lo que hay es esto. Afortunadamente no se mete en análisis que no le corresponden a mi modo de ver, sino en el terreno que tu criticas, el del deber ser. Esta encíclica es una llamada de atención para la Iglesia en su sentido más estricto, a la totalidad de los creyentes, laicos y religiosos, para que hagan una actualización de sus planteamientos en función de la situación actual en lo político, socioeconómico y medioambiental, aplicando y dejando amplicar aquello que parece más coherente con el Nuevo Testamento. Al fin, Aleluya, reduce el tono moralista para volver a un plano más ético, donde se plantean opciones y no dogmas. Los análisis, a la luz de la encíclica tienen que llegar y deberán ser quienes marquen el rumbo de las acciones de todas y todos en la realidad.
Y quizás arrastrado por esta cruda realidad, y esperando muy poco de este Papa, me lancé a escribir un comentario sobre la Caritas in Veritate, casi alabando el que se mencionaran determinadas cuestiones desde la Curia, pues si al menos en lo ideológico se aproximan, tendrán una parte del camino recorrida. Yo me regocijaba de que se volviera a poner en su sitio cuestiones como Caridad y Misericordia, que tan poco uso tienen en el día a día de hoy, y de la que tan necesitados andamos, como ya recordaba Don Quijote. Y si algo me sorprende en tu comentario es que califiques estas como "nociones fideístas recurrentes". Lo primero que hace en su encíclica es precisamente actualizar el concepto de Caridad, excluyendo el más fideísta y asistencialista del "dar lo que sobra", para realzar el sentido de cuidado y amor que se encuentra a la base del cristianismo (y en muchas otras religiones más), y una vez así redefinido, lo utiliza hasta el cansancio. Ya decía Charles Péguy que repetir las cosas no es un acto de pedantería o pesadez, sino de insistencia inacabable para reiterar que eso es lo más importante de lo que uno quiere decir.
Otra cosa es que piense que a este Papa no le hiciera falta una buena dosis de marxismo. Yo diría que le faltan muchas cosas, y una de ellas es la capacidad de análisis histórico y económico que tan bien lleva a cabo el marxismo. Pero también necesitaría una buena dosis de anarquismo, ya que lo que no cuestiona el Papa es conceptos básicos como seguridad y propiedad, que tampoco cuestiona en su base el marxismo, más bien los replantea. En cambio incluye cuestiones que ninguna de las teorías clásicas acepta aún (quizás por clásicas), como son la de la economía solidaria, las bancas alternativas, etc... que al marxismo le resultan "revisionistas" y al liberalismo "infantiles", pero que hoy por hoy son la única alternativa real al sistema liberal.
Habrá quien piense que defiendo al Papa; ¡Dios me libre!. Benedicto XVI representa a la Iglesia de la que no quiero formar parte, pero si veo atisbos de lucidez procuraré que se acrecienten y no ridiculizarlos. Tampoco querría que nadie pensara que pretendo por contra atacarte, cosa también lejos de mi intención. Pero quizás esperaba más de ti que de él, y eso me hace tener una especie de nudo en el estómago, muy incómodo, inquietante. La liberación de los oprimidos se llevará a cabo por los oprimidos y los opresores, o volverá a darse la vuelta la tortilla como tantas veces pasó antes; o parafraseando a Péguy (otra vez) y a Mounier, la revolución será personal o no será.
Fraternalmente.

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