Te escribo esta carta que nunca estará en tus manos, por que nunca la haré llegar a ellas. El motivo de escribirla no es otro que los recuerdos. Recuerdos que amanecen junto a mi, en tu lado de la cama, deambulan el mismo día, la misma tarde que yo y se estrellan con mis lágrimas cuando llega la madrugada. Por eso esta carta nunca llegará a tus manos, porque no es para ti, me lo estoy escribiendo a mi. El culpable de tenerte aún dentro sólo soy yo.Estuve revolviendo cajones y me encontré con tus fotos. Las miré una y otra vez y encendieron en mi antiguos sentimientos que ya latían ansiosos por despertarse de nuevo. Siempre han sido brasas que me quemaban las entrañas.En esas fotos estamos los dos, juntos, unidos, queridos. Me dueles. Y lo peor no es que me duelas por no tenerte, lo peor es saber que aún existes, que aún respiras y no lo haces por mi, para mi, si no por otro, para otros.Debo dejar de pensar, anhelar y de sufrir, cada día me enredo en oscuridades más profundas, pasillos llenos de nostalgia en cuya última puerta pende el cartel de la melancolía y tras de ella estas tú, tu recuerdo, tus ojos y tu piel. Es tu olor el que más perdura, casi he olvidado tu rostro y tu nombre pero tu olor aún me despierta en la noche. Las sábanas, las paredes, las lágrimas, el papel con el que te estoy escribiendo huelen a ti.En una de esas fotos estamos tumbados juntos, desnudos sobre la que fue nuestra cama, nuestro hogar cálido durante tanto tiempo, nuestra tumba al final. Nos habíamos confundido con la noche, escondidos e invisibles para la luna. Creíamos que así burlaríamos el amanecer, pero nos encontró y nos despertó de aquel sueño eterno, imperecedero. Aún recuerdo como la pasión esa noche llamó tan fuerte a nuestra puerta que volteamos todo, nuestras lenguas, nuestra piel, deshojamos los minutos, arrancamos los miedos y todo lo convertimos en ceniza, nos derramamos como torrentes imparables, incontenibles. La luz de esa mañana fue punzante, nos atravesó limpiamente nuestras miradas. A ti fue a quien se le ocurrió hacernos la foto, sólo a ti se te pudo ocurrir. Nunca vivías hacia nosotros, lo hacías hacia fuera y aquí tengo éste trozo de papel donde salen retratados dos personas, agotadas, enamoradas. ¿Quién son esas personas? ¿Quién eres tú? Esa es la pregunta que por fin me hice esta tarde mirándote a los ojos en esa vieja fotografía. Lo contesté, no eres nadie, sólo un recuerdo y no puedo llorar eternamente por un recuerdo, no puedo recordar algo que ya no es, ya no existes. Te fuiste y yo también debo irme, pero hasta hoy no me había dado cuenta. Yo también debo abandonarte para poder olvidarte, ya estoy harto de marchitarme por algo que cada día es más lejano, oscuro y difuso. Te estas borrando y con esta carta pongo punto y final. Te guardo entre todas estas letras para que no salgas más de aquí, para que ya no me visites por las noches. Te condeno a vivir encerrado en esta carta, desde hoy te convierto en letras, palabras que espero que el viento y el tiempo arrastren al olvido.No es ninguna despedida, aquí no cabe un adiós, ni siquiera un hasta nunca, es un saludo, un reencuentro conmigo mismo, desde hoy comienzo mi búsqueda, me doy mi oportunidad para volver a sentir, a vivir. Necesito volver a existir. No desando el camino, elijo el mío, el que me lleve a mi, no a ti. Tú hace mucho te quedaste atrás como piedra que no podía saltar. Hoy te salto y te dejo en el camino que recorrimos juntos, donde siempre has estado, donde siempre te tenía que haber recordado.