Carta sui generis de amor verdadero

Publicado el 22 agosto 2019 por Aidadelpozo

Mi querida Ana:
Sé que mi amor te sienta mal. Soy para ti como un vino en brick, las natillas del Mercadona o el pimiento enlatado. A algunas personas les gusta eso, a ti no. Pero, a pesar de lo indigesta que mi persona es para ti, te empeñas en seguir a mi lado y en devorarme.
Ya te dije que eres una niña viciosa que haces propio el dolor ajeno y que por eso te duele hasta el aire que respiras, lleno de tóxicos y agentes contaminantes, por otro lado. Te advertí que eso no es bueno, que no hicieras tuyas todas las vainas, que las vainas ajenas son de quienes son y que esas ni te van ni te vienen... La mía es para ti una vaina inapropiada.
Te dije también que he vivido mucho, que he corrido mundo y que lo seguiría corriendo aunque ni siquiera me moviese del sofá. Es mi naturaleza. Y tú, mi Ana, mi dulce Ana, sigues empeñada en salvarme. Pero, cariño mío, mi amor, yo no quiero que me salven. Has dado con un tipo que está bien así, que se baña todos los días en el vicio del pecado de vivir y que le tiene sin cuidado que el agua del río esté turbia.
Te empeñas en que lo haga en tus aguas mansas y cristalinas y que use jabón, pero te olvidas de que soy un puto brick.
Mi dulce Ana, mi niña, mi amor, deja de comer natillas del mercadona, deja de ser santa y salvadora de quien no quiere que le salven, ponte los manolos que tanto me gustan y sal a la calle a ver el sol.
Mi Ana, déjame en mi lodazal y sé muy feliz, que a este, tu enamorado, le apetece que le dejen tranquilo.