Casas de cristal

Publicado el 08 marzo 2011 por Alicia

People who live in glass houses shouldn't throw stonesHace un par de días disfrutamos de un almuerzo en la casa de la fotografía, una burbuja de cristal frente al Atlántico mecida por el rumor de las olas rompiendo y esponjándose contra las rocas. La dueña ha hecho un maravilloso trabajo arquitectónico derribando antiguos tabiques para sacar a la luz el alma de la vivienda y fundirla con la brisa cargada de salitre. Allí, el murmullo del mar nos susurra al oido despreocupadas canciones de grandeza imponente que silencian nuestras más triviales inquietudes. El océano respira profundo y, cuando ve que nos asomamos, se retira lentamente para enfocar la vista hasta que se acerca con un resoplido mirándonos abiertamente con ese amor que a la vez subyuga con un respeto reverencial. Se me antoja que, al igual que las casas, nosotros también vamos acristalando nuestro ser. Descubrimos que los muros que nos protegían no eran tan seguros como habíamos pensado y cualquier temporal inoportuno podría dejar nuestras vergüenzas al aire. Nos dimos cuenta de que la película de piel que nos cubría no era una referencia sino que, muy al contrario, era cambiante y caprichosa. Descubrimos, al fin, que lo único permanente era nuestro interior intacto y asfixiado allá adentro bajo tantas y tantas capas de experiencias. Así pues procedimos a acristalar nuestro ser cuando las apariencias externas nos resultaron sospechosas y anhelábamos ponernos en contacto directo con la vida en toda su potencia para que ésta nos devolviera esa imagen que el espejo del dormitorio sigue empeñándose en deformar.