Cascos abandona a Asturias como el capitán del 'Costa Concordia'

¿Lágrimas al prometer el cargo?
 ¡Qué falsas eran!

Es curioso y estúpido, por qué no decirlo, ver como la historia se repite sin que el protagonista, en ambos casos, sea capaz de admitirlo por orgullo y vanidad.
Siempre decimos que las piedras en el camino sirven para aprender a no cometer los mismos errores, pero como también somos el único animal que tropieza y tropieza en la misma piedra, queda muy claro que no nos sirve para nada, salvo para continuar dándonos batacazos una y otra vez.
Álvarez Cascos, pregonero sin descanso del orgullo patrio hacia su tierra asturiana, se ha olvidado de qué significa ese orgullo o la responsabilidad de quien accede a un cargo político sabiendo que no posee mayoría y que, por tanto, dependería de lo que sus ex compañeros quisieran dar según lo que él ofreciese.
Cascos es el mayor exponente de la famosa frase de Mourinho “entiendo pero no escucho”, ya que sabía que el irse del PP y formar un partido nuevo no sería el mejor comienzo para consensuar acuerdos con su ex colegas, rencorosos por quitarles el poder, al menos eso piensan.
Y ante todo esto, ¿qué le queda a Asturias? Tener 90.000 parados, un 18% de personas en el umbral de la miseria (muchos ya están en él), y continuar sin presupuestos, sin programa de gobierno y sin que nadie haga nada hasta después del 25 de marzo. Es decir, hemos hecho el imbécil durante un año de esperas, elecciones, y ahora... volver a empezar.
Soy asturiana y orgullosa de ello, pero ahora me siento herida e indignada ante tanta dejadez por la prepotencia, la banalidad y el menosprecio que han demostrado los políticos elegidos por una parte de los ciudadanos para «gobernar» —que no significa abandonar— y luchar por esta comunidad; y por favor, encima no nos traten como idiotas alegando motivos y excusas tan mediocres como los del capitán del «Costa Concordia».