Revista Diario

Casi ilimitados

Publicado el 01 noviembre 2012 por Dafne

Casi ilimitados“Y me contó la historia de un muchacho enamorado de una estrella. Adoraba a su estrella junto al mar, tendía sus brazos hacia ella, soñaba con ella y le dirigía todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que una estrella no puede ser abrazada por un ser humano. Creía que su destino era amar a la estrella sin esperanza (…) Todos sus sueños se concentraban en la estrella. Una noche estaba de nuevo junto al mar, sobre un acantilado, contemplando la estrella y ardiendo de amor hacia ella (…) dio unos pasos hacia adelante y se lanzó al vacío, a su encuentro. Pero en el instante de tirarse pensó que era imposible y cayó a la playa destrozado. No había sabido amar. Si en el momento de lanzarse hubiera tenido la fuerza de creer firmemente en la realización de su amor, hubiese volado hacia arriba a reunirse con su estrella”“Demian”. Herman Hesse.
Estamos acostumbrados a decirnos “pero cómo voy a hacer esto, es imposible”, “no soy capaz”, “las circunstancias no son las adecuadas”, “dejemos pasar el tiempo, si tiene que ocurrir, ocurrirá…”, “si fuese otra persona…” ¿Qué conseguimos con todo ello? Reducir el cerco de posibles. Así, podemos prever mejor el resultado final, anticiparnos, pero ¿realmente es eso lo que queremos conseguir? Muchas veces no, tenemos claro algo, pero desde nuestros pensamientos vamos, en lugar de abriéndonos camino hacia nuestras metas, poniendo trabas, cerrando puertas con el único fin de que lo que pueda haber detrás no nos dañe, o evitar el fracasar en nuestra empresa (cuando, a veces, nos sorprenderíamos de lo que podríamos tener si dieramos un paso más, porque los límites nos los estamos poniendo nosotros, y no existen en realidad). ¿Cobardía? Es una manera de decirlo. ¿Comodidad? Sin lugar a dudas. Cuesta más llevar a cabo ciertos tipos de acciones, quizá porque nos exponen más a la crítica de los demás, nos hacen más vulnerables porque con ellas estamos dejando constancia de más aspectos de nosotros mismos, aspectos que nos definen mejor que otros que continuamente mostramos, pero de los que puedes avergonzarte. Sentimientos intensos, que en esta sociedad que tiende a frivolizar cada una de las cosas que la componen, no son bien recibidos, son boicoteados o ridiculizados. Entonces, ¿para qué mostrarlos, no? Mejor guardárselos bien adentro, saber que los tienes, pero no compartirlos con el resto, sería peligroso…aunque… ¿Qué egoísta, verdad?

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