En este año casi gastado se vencieron algunas de mis conocidas jornadas de ansiedad, mi cole creció -y que siga-, una amiga me hizo un regalo inesperado e inmerecido, otro venció tantos miedos que ya ni se reconoce, nos dejó César y nacieron Abel, Marta, María, Valentina, Jaime, Beatriz, Lucía y Diana (y otra u otro en camino, aunque mi amiga, su madre, se empeñe en todavía no decirlo). Niña Pequeña descubrió el mar y yo que el tiempo pasa rápido al ver las fotos de mis compañeros de instituto. Varios antiguos alumnos se asomaron por mis clases, este blog y alguno -como excepción- por mi casa.
Y yo prometo desahogar mi agenda de trabajo -o, al menos, no empeñarme en acumularlo todo para el fin de semana.
Como mínimo, que el 2011 sea para todos un poco mejor.