Es inútil culparse por ello pues tan sólo somos títeres con una cuerda rota y otra guiada por este destino tan imprevisible al que popularmente llamamos 'vida'. La cuerda rota se llama libertad, y nos exige que sigamos luchando por lo que creemos, pensamos, queremos y esperamos, por lo que en definitiva somos, porque sin esa lucha dejaríamos de ser nosotros mismos.
Y en efecto si es lucha es porque encontraremos mil y un obstáculos, dificultades, golpes, desilusiones, decepciones y todo lo que comienza por una mirada fría y perturbada y termina por este corage en forma de óxido de hidrógeno o lágrimas. Sí, llorarás, te faltará la respiración, desearás morir y dejar de sentir para siempre ese dolor tan frío, tan fuerte; no obstante también reirás, demostrarás en lo más profundo de tí mismo que la felicidad existe, amarás la vida y a los motivos de que la ames, y perseguirás cada uno de esos momentos perfectos, disfrutándolos a medida que se te presenten, porque sabes que no volverán a repetirse nunca, y que en tu memoria quedará a la vez una felicidad permanente y una nostalgia amarga.
Bienvenidos a la realidad.