Catedral de Santa Reparata, mercado de Cours Saleya, Matisse

Publicado el 30 junio 2018 por Ptolomeo1

Cuenta la leyenda que Reparata era una virgen que vivía en Palestina cuando la región se encontraba bajo dominio romano y Decio era el prefecto encargado de mantener el orden. Los cristianos, cuya religión suscitaba la furia de los gobernantes, sufrían persecución y tortura por sus creencias salvo que abjuraran de su fe ante la autoridad. Reparata tenía doce años, era bella e inteligente y fue conducida ante el prefecto quien, impresionado por su aspecto, procuró convencerla amablemente respecto de la conveniencia de abandonar el cristianismo.

Pero Reparata era tan sólida como terca en sus opiniones y su negativa enfureció a Decio: el tormento fue aplicado en toda su extensión hasta que, harto de la negativa de la joven, el prefecto ordenó que la arrojaran a un horno ardiente. Reparata permaneció indemne entre las llamas cantando loas a su dios y harto ya, Decio ordenó que la decapitaran y abandonaran su cuerpo en una balsa; los ángeles condujeron la embarcación hasta las proximidades de Niza y sus restos se encuentran hoy en el templo principal de la ciudad.

La construcción comenzó en 1650 y se extendió durante casi 50 años; antes de albergar en el año 1690 a la joven mártir patrona de la ciudad fue una iglesia austera dedicada a María, de trazado rectangular. La efigie solemne del edificio domina el centro de la Vieux Nice desde su cúpula de tejas barnizadas, el campanario y la fachada con que fue ornamentada en el siglo XIX.

El estilo barroco se despliega al trasponer las puertas de la catedral en su planta de cruz latina: mármol, estuco y diez capillas interiores, con un notable altar mayor y balaustrada de mármol en los que se destaca una representación de la Gloria de Santa Reparata. La Plaza de Rosseti, donde se encuentra emplazada, alberga una frondosa oferta gastronómica entre la que destaca, tentadora, la heladería Fenocchio  con sus delicias artesanales.

Mercado de Cours Saleya

Paseo exclusivo y elegante para las clases adineradas en principio, luego mercado cuando la expansión de Niza impulsó a los pequeños comerciantes a exponer sus productos en el centro de la ciudad, y finalmente estacionamiento para automóviles hasta que en 1980 algún gobernante tomó conciencia de su emplazamiento y potencial, el mercado más famoso de la Costa Azul se encuentra en Rue des Ponchettes y es uno de los atractivos turísticos más transitados durante todo el año.

La vía principal de Vieux Nice es peatonal y a toda hora está repleta de gente: en Cours Saleya, centro turístico de la ciudad, de martes a domingo en horario diurno se despliega un mercado de flores, frutas y hortalizas que impregnan el aire con el aroma de sus productos frescos. El lunes, las antigüedades se expanden sobre la superficie, en un ciclo que abarca todos los días de la semana.

Nizardos y foráneos se pasean entre sus puestos que constituyen un verdadero festín para los sentidos: las flores alternan con los alimentos caseros, las frutas con las especias y las hortalizas se despliegan al lado del aroma inconfundible de los jabones de Marsella. Y la lavanda, omnipresente en esta zona privilegiada del planeta, puede adquirirse en las clásicas bolsitas para perfumar armarios y asegurar un buen descanso al colocar alguna bajo la almohada.

Los clásicos toldos a rayas que cubren los puestos se encuentran rodeados por bellos edificios antiguos, y el arco que franquea el acceso a la Promenade permite entrever el fulgor azulado del Mediterráneo. A unos pocos metros del inicio de Cours Saleya se puede admirar el soberbio edificio de la Opéra Nice Côte d´Azur, erigido sobre las cenizas del antiguo teatro municipal que fuera destruído por las llamas en 1881: el arquitecto François Aune, artífice de la obra, era discípulo nada menos que del renombrado Gustave Eiffel.

Matisse

El barrio de Cimiez aloja entre sus calles arboladas otra construcción vinculada al arte, ubicada también en una colina cercana al Musée Marc Chagall: Villa des Àrenes, una mansión de estilo genovés próxima al hotel Regina donde residió Henri Matisse sus últimos 16 años de vida y cercana al Monasterio de Cimiez que alberga su tumba, constituye el aristocrático emplazamiento del Musée Matisse.

La colección permanente fue conformada con donaciones del artista y de sus herederos, que legaron a Niza la muestra más vasta de su obra que constituye el patrimonio del museo. El conjunto incluye pinturas, fotografías, dibujos y esculturas de quien escogiera Niza como su lugar en el mundo en el año 1918 hasta su muerte, en 1954, seducido por la luz mediterránea inconfundible que dota a la ciudad de una atmósfera única; el hotel Regina, construído originalmente para la aristocracia inglesa, fue su residencia permanente desde 1938.

En 1952, el artista decidió donar a la ciudad una colección integrada por las obras que más estimaba para conformar una exposición que en principio fue exhibida en el Ayuntamiento, pero a medida que se fue incrementando se decidió su traslado a un sitio más adecuado y la elección recayó en el antiguo palacio arzobispal de Cambrai. En el curso del año 2000 los arquitectos Laurent y Emmanuelle Beaudoin añadieron un edificio de cristal y ladrillo, que adunado a la mansión original rodeada de un magnífico parque constituyen un marco increíble para el legado de Matisse.

Entre las paredes del museo se pueden contemplar desde las primeras pinturas que datan de 1890 hasta los papeles de gouache de los últimos tiempos, las fotografías tomadas por el artista en Tahití, algunos objetos que le pertenecieron y fueron inspiradores para su trabajo y su autorretrato con la paleta de colores en la mano: todo un conjunto de las polifacéticas técnicas empleadas por Matisse expuestas en un entorno soñado tornan imprescindible la visita a este espacio cultural nizardo.