Un dragón es una metáfora de la vida humana, además de un animal mitológico muy pero que muy grande, que vuela y escupe fuego. A veces a uno le toca afrontar en la vida luchar contra metáforas colectivas, dragones en forma de espirales de silencio, verdades dichas a medio gas, culturas colectivas.
Metáforas nacidas del miedo a la exclusión, negación de realidades que pueden amargarnos nuestras creencias y fé, metáforas en forma de clienterismos. Metáforas en forma de luchas de poder, de la sustitución del interés general por el bien particular, de apoyos sistemáticos sin sentido de autocrítica.
Dragones metafóricos que en definitiva, son tan difíciles de cazar como los de las leyendas, pero ¿en algún momento alguien se tiene que poner a ello para que unos cuantos más también se pongan? ¿o no?.
Al menos, si acabo achicharrado, no diré que no hice lo que tocaba cuando mire hacia atrás.