Hace mucho tiempo que no escribo ni subo un post, una veces por decepción con el mundo que me rodea y otras por falta de tiempo, pero cuando la ocasión lo merece, hay que actuar, y en mi caso, postear es mi humilde vía para escribir sobre las cosas que merece la pena no dejar en un rincón, dada su importancia.
Sí, ya sé que hoy la noticia del día son las elecciones catalanas dada la importancia de que los ciudadanos de una comunidad autónoma decidan sobre su futuro, como lo fue que todos los españoles hayan ido decidiendo su futuro a lo largo de las diferentes elecciones de las demás comunidades autónomas, y las nacionales.
También es noticia la pérdida esta semana de uno de los hombres que más nos ha hecho reír, Tony Leblanc, un gran cómico; Miliki, el payaso de la tele que ha formado parte de nuestra vida durante décadas; y el director, productor y guionista aragonés Jose Luis Borau. Todos ellos van dejando nostalgias y huecos que siempre continuarán llenos con nuestros recuerdos, su dedicación y su maravilloso trabajo.
Pero quiero desde aquí, de este sencillo blog, no dejar de lado una noticia altruista, humana e importante, además de discreta.
Un ciudadano asturiano de éxito, alto ejecutivo que reside fuera de nuestra comunidad, ha insertado un anuncio de forma anónima en el diario La Nueva España de ayer (sábado, 24 de noviembre) para ofrecer su ayuda desinteresada a una familia atrapada por esta crisis y que esté en desahucio.
¿Cómo? Sencillo. Posee un piso en Gijón y está dispuesto a cederlo durante 1 año sin coste alguno a una familia que acredite su situación de necesidad, priorizando aquellas que tengan uno o dos hijos. El piso de dos habitaciones y amueblado, está situado en el centro de la ciudad.
[…] Porque José -no es cierto que ese sea su nombre de pila, ya que quiere mantener un absoluto anonimato- es un trabajador de éxito de 40 años, que salió de Asturias hace más de dos décadas en busca de un futuro profesional que le ha resultado muy exitoso. Formado en la Universidad de Oviedo, con másteres internacionales y una proyección profesional que le llevó por momentos a vivir en Japón, Londres y Estados Unidos, este gijonés de raíces, de familia y donde aún conserva muchos amigos, se sintió desolado cuando en verano pasó por Asturias y vio el azote de la crisis. «Sentado en la terraza de una cafetería de Begoña, viendo la cantidad de comercios cerrados y la tónica general de la ciudad, pensé que esta región se está hundiendo», cuenta. «Y que de esta situación sólo podemos salir ayudando entre todos», añade.
Reflexivo como es, terriblemente crítico con los políticos, descreído de la acción de los sindicatos, con reticencias ante la «profesionalización» de algunas asociaciones de apoyo social, y con experiencia en otras colaboraciones filantrópicas voluntarias y anónimas que prefiere no especificar, decidió que tenía que hacer algo por Gijón. «Y debía hacerlo, en la medida de mis posibilidades, con un gesto que quizá anime a otros; de hecho, ya estoy intentando que algunos más se sumen», cuenta. […]
Esto me demuestra, una vez más, que debo continuar creyendo en el ser humano porque siempre hay personas honestas, éticas y altruistas que piensan en los demás, dando su ayuda y sin buscar gloria ni “salir en la foto”.