Revista Literatura

Celeste y blanco

Publicado el 21 junio 2014 por Viriito @viriito
Me podrán tildar de soñadora, ilusa, romántica y hasta ingenua, un poco crédula e infantil; pero me obligo a creer que no todo está perdido, quiero creer que mañana, cuando despierte, las cosas van a estar un poco mejor.Celeste y blanco¿Habrán sido Lerner, con su famoso tema “Cambiar el mundo” o Diego Torres, protagonista de todos los actos escolares con su empalagoso “Color esperanza”, los culpables de mi idealismo poco objetivo? ¿O es que está en la naturaleza del hombre tener la ambición de poder estar mejor?El mundo se divide en aquellos que ven el vaso lleno o el vaso vacío; en los que creen que todo está mal y los que creen que está todo bien; en los fanáticos y los antis, en los de derecha y los de izquierda; en peronistas y radicales; en creyentes y ateos y hasta en feministas y machistas.¡Cuán poderosa sería la objetividad absoluta en estos casos!El país se encuentra en una crisis social alarmante y sea quien sea el que gobierne o sea cual fuere el contexto político nacional o internacional, difícilmente se pueda llegar a una solución por este camino.Vivimos en un país bendito por sus recursos naturales, donde nuestro único problema somos nosotros mismos.Es que nos encontramos inmersos en una cultura que alienta lo individual sobre lo colectivo, que festeja el hecho de ganar dinero fácil, que tilda de astuto al ventajero, al tramposo, que se mufa del honesto, del laburador. Alardeamos orgullosos que el argentino se caracteriza por su “viveza”, por su “chamullo”.Vivimos rodeados de detractores patrios que desacreditan continuamente al país, que tienen un dólar como corazón, que lejos están de apoyar la inclusión social y que lo único que les importa es el beneficio propio.Nos jactamos de tener un Papa argentino cuando hay cada vez más crueldad y corrupción, cuando los valores que predica y que tanto nos enorgullecen lejos están de llevarse a cabo en nuestra sociedad.Últimamente muchos son los casos de violencia escolar, pero ¿acaso los niños no son reflejo de sus padres, de lo que ven y viven en sus casas? ¿Acaso las generaciones que vienen no aprenden sobre el ejemplo?La salida fácil siempre será culpar al otro, culpar al gobierno de turno, o a las distintas autoridades. Quejarse y criticar desde una postura sucia y maligna que poco ayuda a crecer. Hacer mea culpa requiere comprometerse y responsabilizarse y, últimamente, no son palabras habituales del vocabulario argentino.
Quiero creer que somos más, que todavía existe el respeto, la solidaridad y la honestidad. Quiero creer que la cultura del trabajo y el amor por lo que es nuestro no está perdido. Que los colores celeste y blanco todavía significan algo y no sólo nos representan cada cuatro años en un Mundial de fútbol, que a pesar de las divisiones políticas nuestra única bandera es la argentina.

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