¿Cuál os gusta más?
Cenas recalentadas.
La cena se enfriaba en la mesa. Mi madre no escarmentaba y aunque le reiteraba todas las noches que llegaría tarde, ella se empeñaba en esperarme en el sofá, con sueño de papel celofán. Era meter la llave y oír su “cariño, caliéntala en el microondas”. Había días que, con exceso de alcohol, me acostaba sin probar nada, y hasta llegó el momento en que no le hacía ningún caso. Por eso no me extrañó el silencio de aquella noche.
Aperitivo pasional.
La cena se enfriaba en la mesa mientras nuestros gemidos de placer ponían caliente a todo el vecindario.
Enfados.
La cena se enfriaba en la mesa y los gritos quemaban nuestras gargantas.