por ese hueco entre tu nuca y tu cuello,
te recorre serpenteando cosquilleos
los hombros
tu columna.
Se retuerce, te dibuja,
se entrelaza con tus dedos
la cintura
tus alas.
Una sombra exhalada por tus labios.
Rojos, ansiosos labios
respiran nubes de tormenta.
No a la calma.
No al día.
Una sombra por tu espalda jugueteando
invitándote a iniciar vuelos
