Como me apena el silencio sobre todo si es impuesto,
tú me has dejado sufriendo y yo te quiero hablar de
eso. Mira fijo que ojos cierro, que beso el cielo sin
verlo tapándolo con mis dedos. Mira fijo que ojos
cierro pues me has dejado muriendo, olvidando
sentimientos; y sin remedio, petrificada en un verso.
Y entre linfas mis adentros se revelan, si te sigo no
seré más que tu prenda. Si te dejo vivirás aun en
mi ausencia, si me alejo es porque siento que me
quemas. Que no puedo continuar a ser tu leña
negra, ni la triste chimenea donde aquejas. Perla
en un collar de arena, sobria y tierna; cual reliquia…
¡Pues tu almohada la gobierna otra doncella!
Y yo, a quien solo cuentas penas: ¿Qué queda de
mi leyenda?; si estoy muerta y tú me muestras…
¡Vuelta cenizas de hembra!
Aquel candor partió al adiós a otra morada, ya no
me amas, ni me hace falta. Ya nada queda y yo sin
ti vuelo a mis anchas, por noches largas, en dulces
sabanas; blancas de ganas en natas. Cierra los ojos
y recuerda mi mirada, si vez es larga, nada me
escapa; ya pararon de llorar mis niñas sol y plata.
¡Pues suelta la esclava, siempre olvida la desgracia!
Cálate y calla pues te amaba sin ver nada y no soy
ciega, date la espalda y deja libre mi existencia…
Le quedan alas a mi Fénix de contiendas, me inmolo
helénica y de dolor llena de penas, polvos del alma
me substraen las esperanzas, de amor atadas las
palabras se me escapan. Date la espalda, no des las
gracias, no finjas lagrimas que ya no hay tantas; y
no vuelvas a dejar más a otras necias desdichadas.
¡Vuelta cenizas de hembra…!
En tu chimenea semántica, sin leña y ya apagada.
Picture by Bertrand Mouret
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