Hasta hace unos años, lo más que podíamos hacer es enviar faxes, y antes de eso, el telex, (tal vez muchos de ustedes no lo hayan llegado a conocer), ¿pero sabían que el fax, cuyo nombre técnico es “telefacsímil”, y aunque hasta hace unos pocos años proliferaban por todas partes, fue un invento patentado el 27 de noviembre de 1843, antes que el telégrafo? El primer servicio comercial de fax fue inaugurado en 1865 y cubría el trayecto París-Lyon.
Ahora los descubrimientos son cada vez más frecuentes, los actuales modelos de teléfonos móviles, los ordenadores portables, los blackberries, con seguridad estarán obsoletos cuando termine de escribir este artículo. Todo ello nos proporciona comunicación, que parece ser la finalidad más importante para el ser humano,.
Los blogs son lugares donde podemos mostrarnos al mundo, exponer nuestras ideas, recibir respuestas, y cosa extraña, aunque se hable de “química” entre los humanos y animales para entablar cualquier tipo de relación, en la blogosfera existe un cierto tipo de química virtual, que hace que nos decantemos por algunos bloggeros más que por otros. Con frecuencia vemos que algunos sitios tienen múltiples visitas, y no se puede decir que sus temas sean más interesantes que otros, es un fenómeno que no he podido dilucidar.
Como escritora, veo el blog como una enorme ayuda para contactarme con mis lectores, para promocionar mis libros, y recibir opiniones, y todas, buenas o malas, las dejo en su lugar: “comentarios”, no suelo borrar los que no me gustan o en los que se me haya dicho algo con lo que yo difiera. Es una pena que algunos sitios no sean tan consecuentes con este pensamiento, que no es otro que la libertad de expresión, y esto, tratándose de un país donde existen plenas libertades, como es España. Lo traigo a colación porque acabo de pasar por una página web muy visitada en la que se hace crítica de libros, y he visto con asombro que de los veintitantos comentarios a una de mis novelas, solo queda uno. Supongo que la administración de dicha página consideró que demasiadas opiniones favorables no le hacían ninguna gracia y que no tenía por qué hacerme publicidad gratis.
En fin, lo comprendo. Felizmente que la gran mayoría de las personas que he conocido a través de la red demuestran ser más amigables, cooperadoras, el tipo de personas que cualquier escritor que empieza, desearía tener como amigas, pues para nosotros es muy importante esa palmada en la espalda que es tan reconfortante.
Desde Venezuela, un país donde las cosas cada vez son más complicadas, les envío un gran saludo, amigos, no saben cómo envidio a aquellos que pueden vivir en plena libertad, y que pueden decir y escribir lo que quieran sin temor. Por eso, es una pena que haya personas que viviendo en libertad, hagan uso de la censura para hacer prevalecer sus ideas.
B. Miosi