En mi casa hay discurso político y censura. La censora soy yo.
Durante sus primeros dos años no expuse a B a mis canciones (dramáticas, exaltadas). En los últimos meses le han tocado cada vez más "conciertos", sobre todo mientras hago el quehacer, pero de tanto en tanto interrumpo y le doy un discursito desmitificador del amor romántico.
Pongo más cuidado en las historias que leemos. Varios de sus libros están mal escritos, así que desde ahí hay que hacer ajustes; pero lo que más me importa es el mensaje. Mi/nuestra versión favorita es la de Cenicienta. Cuando leo el librito, omito algunas expresiones, nada más; pero cuando le cuento la historia antes de dormir, mi versión es totalmente distinta; la pide una y otra y otra y otra vez (por temporadas).
"Cuéntame el libro de Andrea", dice.
A veces ha querido interpretar la dinámica entre la madrastra y Cenicienta. Normalmente prefiere ser la madrastra; pero he amado cómo hace a Cenicienta. La primera vez se negó a hacer la limpieza de todo y le dio la vuelta a la historia. Hoy, dado que yo insistía en que ella debía trabajar día y noche sin descansar, empezó a cantar: "No controles mi forma de vestir porque es total y a todo el mundo gusta..."
Silvia Parque