Cerámicas y esculturas de Marc Chagall acompañadas del poema “Como un bárbaro”.

Publicado el 06 enero 2018 por Elcopoylarueca

“En la cerámica, en la escultura, ¿qué puedo aportar? Tal vez el recuerdo de mi padre, de mi madre, de mi infancia, de los míos. Ante la materia ¡hemos de ser humildes, hemos de someternos a ella! La materia es natural, y todo lo que es natural es religioso”.

El sacrificio de Abraham (detalle), mármol bajorrelieve, 1968-1971.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Marc Chagall regresa a Francia tras su estancia en Estados Unidos, país donde se refugió mientras duró el conflicto y que nunca comprendió del todo. Es entonces, allá por los años cincuenta del siglo pasado, que Chagall descubre, en las tierras y rocas de la Costa Azul, una materia prima que le permite moldear y cincelar su peculiar iconografía que, hasta ese momento, sólo se había manifestado a través de la pintura.

Y es así como el mundo de la Biblia, el amor y la fauna del Arca saltan a la cerámica y a la escultura.

Marc Chagall descubre, allá por los años cincuenta del siglo pasado, que la escultura y la cerámica lo obligan a condensar lo que desea contar -la imagen pictórica permite una narración descriptiva-. Ese poder de síntesis y la incorporación de nuevos materiales al lienzo, como virutas de madera o trocitos de cerámica, son revelaciones que el artista tendrá en cuenta a partir de entonces.

El arquitecto y pintor italiano Giorgio Vasari (1511-1574) escribió que “el escultor saca todo lo superfluo y reduce el material a la forma que existe dentro de su mente”. Eso fue lo que hizo Chagall. Depuró las formas, pero sin que dejaran de vibrar.

En el taller de alfarería de Madoura, también visitado por Pablo Picasso, Chagall inventa figuras con barro, color y barnices. Moldear la tierra húmeda fue el primer paso, luego vendrían el cincel, el yeso, el bronce y el mármol a permitirle crear historias en tres dimensiones. Son sus cerámicas y esculturas piezas tan emocionantes como sus pinturas.

Moishe Segal (1887-1985), Marc Chagall, puso pasión en todo lo que hizo. Su obra es vitalista y  desprende una luz mística que nos descubre su fe en el hombre.

El artista judeo-ruso vivió intensamente el siglo XX -siglo de violencias decretadas por el hombre- y lo reflejó en su singular arte, donde conviven realidad y sueño. Sueño mágico habitado por asnos azules, gallos verdes, vacas voladoras, que llevan en sus entrañas terneros de enormes ojos negros, carros tirados por caballos que trotan por los aires… Sueño que da vida a su bestiario y que encontramos, también, en las piezas que firmó.

Pareja de amantes, mármol bajorrelieve, 1952.

Pintura, vidrieras, litografías, grabados, tapices…, ¿qué técnica artística no probó Chagall? ¿En cuál no fundió sus raíces judías con la cultura europea occidental? De ese sincretismo nace su sorprendente iconografía lírica que en nada se asemeja a los planteamientos estéticos de los movimientos en boga: el cubismo y el futurismo, aunque algo le debe el artista bielorruso al orfismo de su amigo Robert Delauny y a la avispada paleta de los fauves.

Chagall es un humanista. Todo Chagall es esperanza, aún cuando trata, a través de los personajes y de las escenas bíblicas, el destino de su pueblo judío en manos de los nazis; aún denunciando pogromos, persecuciones y asesinatos, la paleta monocroma de su Kadish desprende luz. Bajo la Santa túnica del Jesús de Chagall hay un hombre -un pueblo- que sufre.

En sus cerámicas y esculturas están presentes, como podemos observar en la pequeña galería que he preparado para esta entrada, sus temas preferidos. David, Moisés, Jacob, Isaac, Abrahán, La Torah…, el mundo animal y el amor, en ¡malvas, verdes y azules cobaltos, celestes, índigos…!, conviven en armonía en la obra de este hombre pájaro esculpidor de sueños.

Me gusta Marc Chagall porque nunca se olvidó de los suyos, porque no dejó de creer en el orden anunciado en Las Tablas de la Ley, porque mantuvo encendida la llama de las velas de la Menorah, porque toda su obra es la confesión de un hombre que ha vivido su tiempo sin dejarse vencer por el mal de su siglo. Es Marc Chagall un espíritu de luz.

¿Cómo no admirar a quien afirmó que “el hombre en el aire de mis pinturas soy yo”?

Al final, dejo el poema que tituló Como un bárbaro porque en él revela la fuente que lo inspiró.

ALGUNAS CERÁMICAS

Amantes abrazados, plato cerámico grabado, engobes y óxidos, 1951.

El campesino en el pozo, vasija grabada, tierra blanca con engobes y óxidos, 1952-1953.

Mujer y burro de noche, plato grabado a cuchillo y punta seca, engobe negro y óxidos, 1953.

Jarrón esculpido, cerámica recortada y grabada a cuchillo, óxidos y esmalte a pincel, 1952.

Moisés y las Tablas de la Ley, cerámica pintada, 1950.

David y Betsabé con la luna, jarrón, engobes, óxidos y esmalte parcial a pincel, 1952.

La casa, vasija grabada a cuchillo y punta seca, engobes y óxidos, 1952.

Vaso, terracota policromada y vidriada, 1952.

El gallo, vasija grabada a cuchillo y punta seca, esmalte blanco y óxidos, 1954.

La cabra y el gallo, placa, engobes y óxidos, esmalte a pincel, 1952.

El sueño, florero, tierra blanca, engobes y óxidos, 1952.

Grandes figuras, vasija grabada a cuchillo y punta seca, óxidos, 1962.

Crucifixión, jarrón tallado a cuchillo, engobes y óxido blanco, 1952.

ALGUNAS ESCULTURAS

Viva, mármol, 1968-1971.

La bestia fantástica, bronce, 1952.

Paisaje (anverso) y pareja con pájaro (reverso), piedra de Rognes, 1952.

Dos cabezas y una mano, mármol, 1964.

Moisés, piedra, 1954.

Dos desnudos con cabra, piedra caliza, 1951-1952.

Maternidad, bronce, 1952.

Columna, mármol, 1953.

La escalera de Jacob, mármol, 1973.

El sacrificio de Abraham, mármol, 1968-1971.

Gallo, bronce, 1952.

Mujer con peces, mármol, 1952.

Dos desnudos, mármol blanco veteado en gris, 1953.

POEMA DE MARC CHAGALL

COMO UN BÁRBARO

Allí donde se apretujan las casas retorcidas
allí donde se empina el camino del cementerio
allí donde corre un ancho río
allí es donde soñé mi vida
Un ángel vuela por el cielo en la noche
un blanco relámpago sobre los tejados
Me predice un larguísimo camino
va a gritar mi nombre por encima de las casas
Pueblo mío, canto siempre para ti
¿Te gustará este canto?
De mis pulmones surge una voz
llena de pena y de cansancio
Pinto siempre por ti
Flores, bosques, gentes y casas
Como un bárbaro coloreo tu rostro
Noche y día te bendigo