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Cerebro Vs. corazón

Publicado el 11 julio 2011 por Codigoxy
Cerebro Vs. corazón
Se escuchan muchas teorías sobre el amor, el enamoramiento y la forma de manejarse acertadamente en los asuntos del corazón. Gastamos mucho tiempo en debates, análisis y dando o recibiendo opiniones, la mayor parte de las cuales rara vez funcionan porque... ¿qué esperamos conseguir? ¿un acierto? ¿Y qué consideramos 'acertado'? ¿Evitar la frustración? ¿Colmar nuestras expectativas?
Nada hay menos predecible que la forma de gestionar los sentimientos y mucho menos si se trata de encajar emociones de personas diferentes. Un ser humano es totalmente caótico y si lo elevas al cuadrado (siendo dos en una relación...), obtener cualquier certeza es casi una lotería.
Creer que usando experiencias anteriores podremos tener el camino trillado creo que es otra creencia falsa. ¿Es que se parecen dos personas entre sí, dos situaciones, tres, cuatro? Para sacar conclusiones de una relación estable debemos contar un bagaje que nos permita extrapolar situaciones; para que ese bagaje sea de peso debemos tener más de una experiencia de este nivel, y una relación estable conlleva cierta duración, por lo que... ¿Llegar a conclusiones cerradas a los veinte, treinta años? ¿Cuántas relaciones estables duraderas podemos acumular a esta edad? ¿Tres, cuatro? ¿Con tres o cuatro experiencias estamos en disposición de extraer certezas de algo tan escurridizo como el género humano? ¿Algo tan impredecible como una persona en un estado emocional tan alterado como es el enamoramiento, atracción o deseo? Ni siquiera las ciencias sociales consiguen acertar en análisis y prospectiva sobre el comportamiento humano medido en laboratorio. ¿Vamos a gobernar nosotros el caos partiendo de un punto de partida nada objetivo y en condiciones de análisis totalmente alteradas?
Mi escasa experiencia me dice que nos engañamos cuando queremos gobernar con la razón asuntos que conciernen a otra víscera. El amor, la atracción, el deseo o el enamoramiento son situaciones incontrolables y deberíamos entrar en este juego sabiendo que partimos de esa falta de certezas. Sería más honesto con nosotros mismos.
Cuando oigo frases rotundas como: "mi intuición me dice..."  o "solo por dudar ya sé que no es la persona adecuada...",  pienso en la cantidad de situaciones que los dueños de estos teoremas van a perderse solo por seguir el camino aparentemente seguro de la autoprotección. Se engañan, porque parten de un origen equivocado: ¡¿Certezas?! ¡¿En las emociones?! Si nos hemos criado a la sombra de los cuentos de hadas y pensamos que la persona adecuada nos provocará un vuelco en el corazón que nos hará saber con exactitud lo que queremos, es que no entendemos nada de la experiencia afectiva. Cuántas dudas hay al comienzo... Cuántos quebraderos de cabeza... Cuántas falsas impresiones... 
Yo me lo explico de un modo sencillo: enamorarse es un sentimiento incotrolable que no se gestiona con el cerebro. Con el miedo pasa lo mismo. Ambos sentimientos surgen del mismo lugar ajeno al autocontrol. Y se mezclarán. Y nos confundirán. 
Si pretendemos gobernar el enamoramiento, deberíamos también gobernar los miedos. La intuición no siempre va a ser un indicador de acierto porque la intuición muchas veces surge de una inercia. La intuición es ese punto en el que nos sentimos cómodos con algo. Algo 'encaja'. Es perfecto sentir esa intuición como faro para ciertos momentos de despiste. Pero ojo con creer que la intuición es un sexto sentido infalible. Especialmente cuando nos movemos en arenas movedizas... ¿Sentimos enamoramiento, miedo, atracción o rechazo? La comodidad disfrazada de intuición nos llevará a hacer las mismas cosas de siempre. Produce tranquilidad. Sabemos en qué terreno pisamos y nos quedamos serenos, en nuestra zona de confort.
¿Es eso acertar? Si se trata de evitar emociones negativas como la frustración, el dolor o la angustia que produce una apuesta ciega como es enamorarse, sí, claro, si tiendes a lo conocido, obtendrás resultados conocidos. Si optas por el confort, no te equivocarás. Al menos tendrás una vida relajada. Si eso es lo que buscas.
Pero si eres de los que quiere notar el corazón botar, la alegría puntual y brevísima de un amor incipiente... el miedo de no ser correspondido, de habituarte a alguien, de poderlo perder, de poder tener que vivir un desamor... Si eres de las personas que no confunden felicidad con quietud, entonces tu intuición te fallará muchas veces y le darás la espalda... Y vivirás momentos de duda enormes. Y a veces seguirás adelante a pesar de las dudas, solo por la curiosidad de saber qué hay al otro lado. Y descubrirás que las certezas solo se reemplazan con otras cuando dejas que la duda exista. Y la exploras, y te retas a ti mismo.
Como dijo aquél... ¿a qué vinimos aquí, a vivir o a durar?
Pues eso, al César lo que es del César y no queramos que el corazón hable el idioma del cerebro. Las relaciones no empiezan siendo asunto del órgano de arriba, sino de un impulso. Antes de cultivar una relación simplemente nos enamoramos. Y un enamoramiento sin duda es como un café descafeinado.  Y si no quieres dudar, no te vas a enamorar. Y si no quieres equivocarte, tampoco te vas a permitir caer en el enamoramiento. Así que no esperes fuegos artificiales como indicador de tu estado si estás construyendo barricadas.
Por lo que a mí respecta, yo estoy dispuesta a seguir equivocándome y dudando. La vida me da lecciones continuamente para que no tenga mucha fe en mis certezas. Gracias a ello las certezas que tengo hoy no se parecen a las que tenía hace cinco años. Y me alegro. Y espero seguir renovándolas, al igual que mi intuición, de la que me fío poco porque la duda, la chispa y la curiosidad son más listas que ella. Están más vivas y no conocen la palabra miedo.
Sufriré más, lo supongo. Pero me llevaré muchos momentos inolvidables por los que merecerá la pena haber pagado el precio de la inseguridad y las dudas.

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