He olvidado darte las buenas noches, porque me dormí deprisa.
He olvidado darte los buenos días, porque me levanté corriendo para ver el sol y flotar en el aire y preparar espárragos color mercurio, tostadas, un café para acurrucarme de nuevo en tu nuca.
He olvidado abrir el correo
donde me pides que vuelva a dejarte,
que te devuelva la sangre que tomé prestada
para aderezar mi maquillaje,
que te devuelva el aburrimiento y lo predecible.
Sólo me acuerdo
del ciclo vital que trae de vuelta a la hora sin sombras,
cada vez más temprano,
cada vez media hora, tres cuartos,
cada vez el parpadeo tuyo está más cerca.