Recuerdo con cariño una infancia lejana, y unos padres que las tres de la tarde de los sábados nos pedía silencio alrededor de la televisión.
Todo se aceleraba alrededor de la mesa, los platos que en otros momentos rebosaban el menú del día, pero para esos días, todos los sábados a las tres de la tarde, se nos antojaba dicho menú escaso y casi sin postres.
A las 14:30 el telediario y a las 15:00 horas Charlot y sus aventuras, en ese momento en una familia numerosa el silencio era inquebrantable y la atención la máxima.
Aventuras que al finalizar iban acompañadas de llantos para unos y enfados para otros, las desgracias de un cómico y casi siempre acompañado de hombres con grandes bigotes que siempre hacían el papel de malo y por ende el amor imposible con la chica rubia y tímida doncella.
¿Como puede ser un señor tan bajito y tan grande a la vez?
¿Que capacidad desarrollo este señor a lo largo de su vida, que sin decir palabra, lo decía todo?
Hoy en día sigue siendo un punto de referencia en mi vida, referencias artísticas impregnadas de tiempos, y recuerdos familiares.