Crear un blog es muy difícil. Bueno, en realidad no, es muy sencillo. Gracias a Blogger, una plataforma tan sencilla de utilizar para alguien que se maneje un poco bien con los ordenadores, crear un blog hoy en día es una tarea sencilla. Mantenerlo es lo duro. Hacerlo crecer, crear un grupo de lectores más o menos fieles, idear contenidos para renovarlo constantemente... Hasta que llega un momento, cuando el cariño que le tienes es grande, que te das cuenta que de tanto renovar y renovar, se ha perdido por completo aquello que más te gustaba de él.
Hace tiempo, quizá dos o tres semanas, que lo que leéis en esta pantalla son entradas programas. Sé que es un error. Sé que decirme "bueno, esta semana no voy a tener tiempo de actualizar, voy a dejar algo programado", está bien para un momento puntual. Pero un blog no está basado en eso, y yo he abusado demasiado del estupendo recurso de escribir en diferido. Ahora me encuentro con entradas que no recuerdo si subí, microrrelatos que no me gustan que subí por llenar, y otras tantas cosas que me dicen que bloggear se ha convertido en una especie de obligación innecesaria que no tenía por qué cumplir. Me he forzado a mí misma a mantenerlo abierto y actualizado casi a diario durante demasiado tiempo. Y me avergüenzo y os pido perdón, porque vosotros que lo seguís, ya seais seguidores fantasma o lectores asiduos, no os merecéis un blog mecánico, que suba sus entradas como un robot, sino un blog que detrás tenga a una persona con corazón y manos, que se deje el cariño, las uñas y los sesos en daros lo que mejor se le da, que es contar historias o su vida simplemente.
Por todo ello, he decidido dejar El cóctel de los cuentos. Tres años, muchas alegrías, alguna que otra pena y muchas emociones después de abrirlo, lo dejo. Y como ya expliqué no se puede dejar un blog así sin más y abandonarlo en la net por los siglos de los siglos, así que yo quería, al menos, escribir esta entrada con música incluida para despedirme de él y de vosotros antes de cerrarlo definitivamente (no tengo fecha para el cierre definitivo, pero sí estoy decidida a hacerlo). Además, subiré una recopilación de los microrrelatos favoritos que tengo aquí subidos para que podáis descargarla y la tengais de recuerdo.
Y para los que estais dando saltos de alegría en este momento porque pensáis que no vais a tener que leerme más, lo siento. Ya os digo de antemano que seguramente no desaparezca del todo, soy demasiado inquieta o vanidosa, quién sabe, para estar sin teclear y sin enseñar lo que tecleo, pero si vuelvo será dentro de un tiempo y también será con cosas nuevas que me hagan recuperar la ilusión que yo solita he perdido: la ilusión de bloggear por el amor de bloggear y no hacer el tonto como he estado haciendo en las últimas semanas.
Eso sí, si vuelvo, también quiero pedir un favor a esos futuros lectores. No quiero un blog con 800 seguidores ni con 1000. No quiero un blog ni siquiera con 100 seguidores si no me siguen porque de verdad quieren. Es frustrante tener seguidores, aquí, en Twitter o en Mesopotamia que simplemente te siguen por el hecho de seguirte y ya está. Sé que son la mayoría, y que también hay otros seguidores, fieles y comentaristas, que se dejan caer de vez en cuando por aquí y me ayudan a seguir adelante. Por ellos es por lo que he continuado y continuaré, tenedlo por seguro.
Y no quiero que saquéis esto de contexto. No me voy porque mi blog tenga 825 seguidores y tenga una media de 6 comentarios por entrada. He dicho que es frustrante, y es cierto, pero si me voy es por error mío, porque he desvirtuado este lugar que era como un santuario para mí, porque he convertido el placer de llegar aquí y soltar lo que más me apetecía en una obligación que nadie me ha pedido que cumpliera. Es como si yo misma fuera mi propia jefa y aunque la jefa haya dicho, quédate y continua, actualiza y actualiza y actualiza, la trabajadora, la que está detrás y hace que esto respire, se pide la baja por saturación.
Y ya para terminar, dar las gracias. Doy las gracias a todo aquel que, en algún momento de estos tres años ha estado aquí leyéndome, comentándome, saludándome, dándome ánimos y dedicándome palabras de apoyo. Doy las gracias a todo aquel que aunque no comentara, leía. A todo aquel que creyó un día en este blog tanto como yo.
Y espero veros (o leeros, os estaré vigilando, no me voy del todo, seré el ojo que todo lo vé) muy, muy pronto.
Miles de besos, bandidos y bandidas.
¿Debería rendirme o simplemente continuar mi camino?
Aaunque éste no lleve a ninguna parte
¿O sería una pérdida de tiempo, incluso si supiera cual es mi lugar, debería dejarlo?
¿Debería rendirme o simplemente continuar mi camino?
Aunque éste no lleve a ninguna parte.