He estado tomando chocolate caliente, gracias a que una persona amable trajo a mi casa una buena dotación de tablillas de chocolate de Michoacán. Ahora que fui a ver cómo se llaman para escribir esta entrada, vi que ya se fue a la basura la etiqueta. Pero es la gran cosa: una barbaridad.
Yo solo conocía el chocolate de mesa de marcas comerciales muy conocidas, sobre todo el Abuelita (que fue de La Azteca y hace tiempo es de Nestlé). Justo hace unos días, de vacaciones, tomé unas tazas de chocolate Abuelita, y la última batallé para terminarla porque me pareció muy dulce; el que disfruto ahora es semi-amargo y me parece mucho mejor así: no le agrego azúcar.
Silvia Parque