Jueves, tan monótonos como de costumbre y tan parecidos como el resto de la semana. Tan comunes, tan fríos, tan casuales pero pese a todo eso tú los cambias para que sean distintos.
Recuerdo bien el día que nos conocimos, un martes 25 si mi recuerdo aún permanece intacto como creo, aquel día donde todo comenzó a tornarse de diversos matices, a ser finalmente diferente, donde ya el tiempo no sería necesario, ya que tú has permitido que la noción del tiempo desde ese momento sea diferente. Recuerdo aquella conversación, una conversación amena y agradable; y pese a la gélida brisa que nos cobijaba hicimos de ella un momento agradable.
Hoy jueves y pese a que te estoy viendo mientras te escribo esta nota, me siento vació, me siento acongojado y sombrío, y es sencillamente por el sentir frío de tus palabras, palabras más duras que el acero, más fuertes que una piedra y con más filo que el mortal de los sables que en tiempos de antaño utilizaron los Samurais en Japón.
Un jueves melancólico, donde el cielo esta nublado, y esto no me permite ver y comprender todo lo que el cosmos quiere decirme e intenta avisarme, donde el sol parece solo un recuerdo lejano de lo que alguna vez fue, un recuerdo que parece intermitente así como las luces de mi vida antes de que tú llegaras a mi ser.
Un jueves dónde te noto distante, dónde prefieres asumir que nunca ha pasado nada, pero si eso te hace sentir mejor yo también podré fingir amnesia; donde tú mirada se encuentra fija a tus obligaciones y donde mi mirada permanece en el mismo lugar, sin dejar de observarte, ya que de cierta forma estoy a gusto contigo.
Cielo nublado, con color a humo de cigarrillo e igual de denso, al igual de incomprensible a lo que estoy sintiendo en este momento, de igual forma de incomprensible que el color típico del borrachero, que posee una mirada fija con sus colores, y cuando lo observamos puede hacernos alucinar como si sus componentes viajaran a través del mismo aire. Todo esto me recuerda a un libro viejo que alguna vez compre en un lugar concurrido del comercio, un tanto sombrío, pero de cierta forma diferente y mágico a todo lo que siento cuando estoy a tú lado.
Un jueves que posee un firmamento gris y triste,que me hace desear que sea una pesadilla y ojalá que yo pueda despertar de está que sea a convertido en una infernal. Querida, querida mía, pese a la ambigüedad de tú ser y la firmeza de tus palabras sólo me queda decirte ‘Te quiero’ y que tú definitivamente haces de cualquier momento un suceso inolvidable y el poder ver el claro de tus ojos me permite despejar cualquier duda, pero el día de hoy no me es posible asimilarlo de igual forma, hoy la energía del cosmos no me ha irradiado, hoy todo es sombrío.
Solamente espero que el otro jueves sea diferente, sea más inspirador, solo me queda esperar… ya que me encuentro en el limbo de tú indiferencia terrenal.