Revista Literatura

Ciento treinta y tres

Publicado el 07 marzo 2011 por Gasolinero

Después del 850 comprado en Valencia de segunda mano y en el que había que llevar siempre cientos de litros de agua en garrafas para cuando se calentaba, mi padre compró un 133.

Tenía también el motor atrás, viejo, rojo y con el techo negro; precioso. Era el mejor coche que tuvimos hasta entonces. Siempre fue así. Ya trabajaba en la gasolinera y era feliz: no tenía que pensar en el futuro pues gracias a mi padre lo tenía resulto.

Me gustaba mucho ese auto, rojo, precioso, etcétera.

Mi hermano estuvo ese verano de campamento en Riopar y el autobús que lo traía lo dejaría por la tarde en Valdepeñas. Mis padres lo irían a recoger con el 133, rojo, precioso, etcétera. Era domingo; yo tenía turno; mi padre en el casino; mi madre llamando a cada instante por teléfono pues llegaba la hora y padre no acudía.

Salieron algo tarde, con voces y nervios. Nada más salir del pueblo un reventón les hizo dar tres vueltas de campana. Contusiones, mi madre costillas rotas, mi padre y mi hermana nada de importancia.

Yo de turno y el 133, rojo, precioso, con el techo negro, etcétera, siniestro total.

www.youtube.com/watch?v=CO0ue7TF8UM


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas