Revista Diario

Cine

Publicado el 24 febrero 2011 por Karmenjt

Esta tarde he vuelto paseando a casa. Mi hija me había pedido que le comprara una cosa en el centro y yo he aprovechado para caminar un rato con la compañía de mi música. El caso es que he variado ligeramente mi camino de vuelta para alargarlo un poco y he pasado por un antiguo cine que había cerca de casa, el Aliatar, ahora reconvertido en Bingo, y se me han amontonado los recuerdos…

Hacía mucho tiempo que no pasaba por la puerta, o si lo hacía no me fijaba, pero hoy he mirado hacía dentro y al ver los escalones y las paredes revestidas de mármol de la gran entrada, donde hacíamos cola ante la taquilla, solo he echado en falta los paneles llenos de aquellas fotografías grandes con escenas de las películas que estaban proyectando en ese momento. Cuando era pequeña me parecía enorme, y hoy me lo ha vuelto a parecer.

Fue el cine donde vi las primeras películas en pantalla grande. Y recuerdo sobre todo dos sesiones. En la primera iba con mis padres, no sé cuantos años tendría, pero recuerdo perfectamente a Charlton Heston separando las aguas del Mar Rojo. Sí, la película era Los Diez Mandamientos, y los efectos especiales eran impresionantes para la época, por eso supongo que aguanté las tres horas y veinte minutos que duró.

La otra sesión fue años después. Estaba en 8º de EGB y nos dejaron ir solos al cine, sesión triple. Íbamos un montón de clase, y estábamos nerviosos porque dos de las tres películas no eran toleradas para menores. No teníamos ni idea de que iban, pero estábamos excitadísimos con esta nueva experiencia. En la taquilla no nos pusieron ningún problema así que entramos en tropel y ocupamos casi toda una fila. La primera película era una comedia tonta levemente picante ambientada en el Oeste americano. Era realmente mala por lo poco que recuerdo. La segunda película era otra comedia muchísimo más subida de tono con muchas tetas al aire y escenas eróticas que iba sobre un profesor de autoescuela que se acostaba con todas sus alumnas y en todas las posiciones y lugares posibles. Era todavía más mala que la anterior pero ésta la recuerdo más porque era la primera vez que veía algo así (la televisión de entonces no era como la de ahora, y nuestros doce años tampoco). De vez en cuando miraba de reojo a mis compañeros de clase para ver que cara ponían, y menos los chicos que soltaban alguna que otra risa tonta, estábamos todos tan cortados que no nos atrevíamos ni a movernos por si se notaba mucho. La tercera película era Taxi Driver con Robert de Niro. No la entendí en ese momento, pero nunca la olvidé. Cuando salimos del cine solo hablamos de esa película, no comprendíamos tanta violencia, tanta sangre… tuvieron que pasar algunos años para que, tras verla por segunda vez, pudiera disfrutarla y entenderla de verdad.

Fue toda una experiencia. Uno de esos momentos en los que eres consciente en que estás perdiendo la inocencia.

Y a pesar de las dos primeras películas… me sigue gustando ir al cine.

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