El joven aseguró en un momento de su existencia que poseía todo el conocimiento del mundo, aunque manifestaba lo contrario para confundir a los demás (en el fondo el primer confundido era él).
Dudar es de sabios, pero la duda permanente es de necios. Aquellos que no dudan tampoco conseguirán el fin último. La verdadera luz se encuentra en las tinieblas, aquella que es difícil descubrir pero nos aguarda sin engaño.
Nuestra existencia está compuesta de círculos, de esferas horizontales donde compartimos la vida con un entorno afín. Hay círculos que se cruzan, otros se rozan, algunos se unen. Observamos, no obstante, unas infinitas líneas verticales, ajenas a los círculos, que miramos y contemplamos con curiosidad. Esas líneas son el camino hacia la luz, la bondad y la belleza, arriba habita el centro, el cariño y la dulzura.
El joven un día se pegó un tiro. Estaba convencido que el disparo no acabaría con su vida. ¡Si hubiera dudado un poco nada más!