Toda la mañana se había preparado para esa cita a ciegas, se bañó profusamente, se vistió con ropa nueva, se perfumó abundantemente, se peinó impecablemente. Acudió a la cita, él llevaba una rosa para ser reconocido, ella cargaba un libro. Se vieron, se reconocieron, se saludaron, se acercaron. Ella sonriendo le dijo su nombre, él, acercándose, le dijo el suyo. Después de decirle su nombre, ella puso una cara de disgusto, abrió su bolsa, sacó una pastilla de menta, se la puso a él en sus manos y dándose la vuelta... Salió del lugar en donde se habían citado.