¿ciudad es arte?

Publicado el 27 septiembre 2010 por Joanaabrines
Trayecto textual de la exposición CIUDAD ES del colectivo Caoslab

Una madrugada verde oscura

estaba solo en soledad,

busqué fuera lo que tenía dentro.

Los vecinos miraron

con las venas abiertas y

las luces de par en par.

Me quité la camiseta

y salí a la calle

buscando a Godot.

Lo encontré convertido en barrendero,

al sudoeste de Francia,

en la ciudad portuaria de Burdeos.

Atravesé el puente de piedra y

me detuve ante el sol,

sobre el río Ebro.

A mano izquierda

permanecían inmóviles

las torres del Pilar,

a la derecha,

el recuerdo del Guadalquivir.

Un señor de pelo blanco atardeció

sentado en el alféizar del puente de Triana

matando las horas blandas

pescando deseos y

obedeciendo silencios.

Anochecí en la misma ciudad;

frente a la Casa del Fumador

escuché una conversación

entre desconocidos

llamados “viejos amigos”.

Bebieron el pecado,

fumaron la nocturnidad y

olvidaron lo que no hicieron.

Al año siguiente,

viajé a ninguna parte y

me encontré con Noelia.

La que un día fue mi niña,

era una mujer feliz,

estaba embarazada,

tenía cuerpo de muñeca,

culo en pompa y

secretos de jabón.

Me invitó a su casa

donde todo era diminuto

y supe que su vida era un juego:

las baldosas, un tablero de ajedrez;

las sillas, unas torres de defensa;

los cubiertos, unos alfiles de ataque y

las teteras, dos damas de compañía.

Ella me hizo un jaque mate

sin que me diera cuenta.

En el aeropuerto,

me encontré el mismo señor de pelo blanco

que leía anuncios publicitarios

en lenguas hermosas:

“Perigo” fue su apodo

porque amaneció en Marte

cuando aterrizamos.

A través de la ventanilla vio

un punto de fuga planetario.

En el subterráneo de mi ciudad

dos perfiles urbanos

me dieron la bienvenida.

En ellos descubrí

mis latidos candidatos:

ciudadanos cubiertos

de cuerpos ensangrentados

y mentes desequilibradas

que suenan disonantes.

Llegué a casa,

fatigado desde lejos,

tendido bajo la fachada

convertida en suelo.

Contemplé el laberinto de tus huellas y

me descalcé para pasearla, pisotearla y patearla

hasta que deambulé en el cielo de tu sexo

y me pregunté:

¿ciudad es arte?