Hoy el ministro de Educación del nuevo Gobierno ha anunciado que Educación para la Ciudadanía, la asignatura que tanto disgustó a los sectores conservadores de este país va a ser sustituida por otra que se llamará Educación Cívica y Constitucional. Su argumento es que la actual creó una seria división social porque iba más allá de lo que era la educación cívica, así que se eliminarán las cuestiones controvertidas y susceptibles de adoctrinamiento ideológico y se suprimirá todo lo que no tenga que ver con el conocimiento de la Constitución y sus valores así como las instituciones de cualquier sociedad democrática y de la Unión Europea.
Cuando hace unos años se aprobó esta asignatura y los conservadores y la Iglesia Católica la criticaron con tanta fiereza intenté informarme de que es lo que se iba a enseñar a mis hijos y el temario que vi no sólo me tranquilizó sino que me gustó. Supuse que como en tantas ocasiones, estos señores se adelantaban a los acontecimientos sin haberse leído el contenido de esta materia o simplemente protestaban por postura.
Hoy he cogido el libro de texto de Educación para la Ciudadanía de 2º de la E.S.O. intentando encontrar entre sus hojas algo que la hiciera tan perniciosa para la educación de los jóvenes. Y sigo sin encontrarlo.
En el primer tema se analiza la persona y su entorno. El adolescente, la familia, a la que define de una forma muy sencilla: “una familia es un grupo de personas emparentadas entre si que viven juntas” y se reflexiona sobre los distintos tipos de familias que hay en la actualidad: nuclear, patriarcal, monoparental, reconstituidas… todo con naturalidad y sin enjuiciar ninguna de ellas, no tendría sentido. El resto del tema sigue siendo interesante, la comunicación en el ámbito familiar, el maltrato, el cuidado de las personas dependientes, el respeto y atención a los ancianos…
Siguiendo esta tónica se desarrollan 6 temas que abordan temas tan distintos como la convivencia (en el Instituto, en el barrio, en la comunidad de vecinos), el rechazo a cualquier tipo de discriminación (racial, económica, de género), la publicidad agresiva, la concienciación hacía un consumo racional, la democracia y sus instituciones, la responsabilidad fiscal, la protección social, la Unión Europea, los derechos humanos, la globalización, el consumismo del norte y la pobreza del sur, la corrupción, el medio ambiente…
Son valores tan universales y básicos que no puedo creer que un sector de la sociedad los rechace por postura política y precisamente me refuerza la idea de que una asignatura como esta que favorece la tolerancia y la convivencia es absolutamente necesaria.
Claro que si muchos de los que han aplaudido su eliminación la hubieran estudiado en el colegio tendrían otro concepto de la responsabilidad fiscal, la corrupción, la solidaridad…
Dicen que la Conferencia Episcopal no cabe en si de gozo.