Claire se queda sola
de Marian Keyes
Si hay algo que me encanta de Marian Keyes es cómo es capaz
de crear una novela a la que puedes definir como ligera e inteligente a la vez.
Antes de Claire se queda sola, sólo había leído Un tipo encantador, por lo
que no tenía muy claro qué iba a encontrar en la primera parte de las hermanas
Walsh (saga formada por otros cuatro libros). Y pese a la portada (qué poco me gusta la imagen), me ha encantado.
Las desgracias se acumulan en la vida de Claire, todo hay que decirlo. Justo el día que da a luz a su primer hijo, la abandona su marido, que ni siquiera tiene la delicadeza de irse con una mujer más delgada que ella. Con una niña recién nacida, unos kilos de más y el cuerpo ensanchado y deforme después del embarazo, Claire se ve obligada a iniciar una nueva vida, demasiado consciente de que no es ni mucho menos una sílfide. Sin embargo, en su extravagante familia irlandesa encontrará un buen paño de lágrimas, y entre la risa y el llanto emprenderá una meteórica recuperación, siendo ella la más sorprendida.
La trama no pasa de ahí: una mujer abandonada por su marido
justo después de dar a luz vuelve a su casa en Irlanda para recuperarse. Hay
poco misterio y hasta cierto punto puede resultar previsible. Sin embargo,
resulta imposible parar de leer. Marian Keyes tiene un don, y es que consigue
engancharte a sus historias desde prácticamente el primer momento. Para mí, la
razón radica en dos aspectos: la narración y los personajes.
Punto uno: las hermanas Walsh. Cada una tiene su propio
carácter, muy marcado, que hace que les cojas cariño incluso cuando no te caen
bien. Para mí, son la gran fuerza de la novela, junto a otros personajes, a los
que llegamos a conocer muy bien a través de pequeños detalles. Se nota que la
autora ha puesto cosas de ella misma a la hora de crear a los personajes,
porque describe sus emociones con un gran realismo. Por ejemplo, a través de la
voz de la protagonista describe el gusto por el alcohol, una pasión que hace
años abocó a Keyes al alcoholismo. De esta manera consigue aportar perspectivas diferentes y personales sobre diferentes temas,
siempre con su característico sentido
del humor.
El humor de Keyes tiñe absolutamente toda la novela. Es divertida,
ingeniosa e irónica. Su humor fluye naturalmente, de la mano de los
acontecimientos. Incluso cuando está tratando temas espinosos consigue hacerlo
de forma original. El único punto negativo en ese aspecto es que en contadas
ocasiones ese humor parece forzado y en lugar de ir directamente al grano, se va
por las ramas explicando otras anécdotas que, en muchos casos ni siquiera tiene
que ver con lo que estaba contando inicialmente.
De todas formas, lo positivo supera a lo negativo. No es una
novela compleja como Un tipo encantador, pero sí cumple su objetivo: es
rápida de leer, es divertida y consigue hacerte pensar en temas de una forma en
que no los habías abordado antes. He disfrutado mucho de su lectura y me ha
dejado con muchísimas ganas de saber más de las otras hermanas Walsh, a las que
espero conocer muy pronto.