Revista Diario

Clase superconductiva de aeróbic con control de velocidad

Publicado el 21 marzo 2011 por Maricari
Si hace años íbamos al mercado de abastos a enterarnos de las noticias más sabrosas y les cundían a nuestras madres toda la semana, ahora, las que compramos productos preparados, precocinados, premasticados y pre... jubilados, sí, jubilados, no vamos al mercado, nooooo, vamos al gimnasio. El gimnasio ya no es lo que era, ahora el músculo que más movemos es... sí, la lengua. Aquí me entero de todo, pero de todo, de todo, estoy puesta al día, por eso voy casi a diario, porque ahora las noticias se añejan de un día para otro.
La última clase de aeróbic coincidí con... Sí, mi amiga informadora... Se me olvidó deciros que además le gusta el vino, aunque no tanto como a Antonio Banderas (que se ha hecho dueño de la bodega Anta Banderas de denominación del Duero) pero de esto no me enteró mi amiga;  de esto le enteré yo a ella,  ya que me llegó el rumor en el Parador de Antequera dónde caté una copita de su vinito deleitándome las papilas gustativas, las olfativas, las visuales y las sensitivas, porque ambos me gustan ¡Una "jartá"!
Clase superconductiva de aeróbic con control de velocidad
Mejor volvemos al aeróbic, pues andábamos saltando el step hacia adelante con doble apertura lateral y codazo al costillar de turno, cuando le pregunto entre "suflés" (no tomarlo como pastel, sino como el sonido de flus, flus, flus exagerados, como hiperventilando) que si nos veríamos el "finde" para tomar unas copitas, ahora que nuestra policía está más pendiente de los radares móviles que de los controles de alcolemia. Y es que han dicho que han comprado varias cámaras y trípodes y han decidido que el lugar más idóneo son los centros con público más joven (porque en cuanto digan: papá me han puesto una multa, los padres dirán: ¡Seguro que iba a 100!, y pagan por lo nenes, bueno que si pagamos). No hace falta ir a 100, con ir a un pelo más de 50 te hacen la foto gratis, pero obtenerla te vale un huevo y la yema de otro, porque te la venden en un puestecito al lado. Estos puntos elegidos por la "poli del radar tarjetero" son muy productivos, porque además trincan a mucho funcionario que sale del curro a toda pastilla para su casa muerto de hambre, porque ficha la salida a las 2,30 y son las 2 y veinticinco (y pagamos o nos embargan, por lo tanto, pagamos), y al portugués "desorejao" (ese que corre por las carreteras españolas como alma que lleva el diablo, porque las suyas no son gratis) también tira de visa en estos casos, todos caemos... y todos pagamos, no se resiste nadie al control de velocidad de moda.
Mi amiga estaba en plena crucifixión mirándome, con los ojos fuera de órbita, mientras intentaba deslizarse marcha atrás por el step, como si fuese una barra fija y no precisamente de bar que es la única que tenemos dominada a nuestra edad, y me señalaba con un dedo porque me quería hablar...
- Pues no es bueno el vino tinto para ir más lento, dijo sentenciando.
- ¡Ya estamos! Aproveché para pararme en seco, colorá como un cangrejo, mientras comprobaba que el profe estaba atrás en la clase y que no miraba en nuestra dirección (esto es una manía que hemos cogido un par de amigas más de la misma quinta y una servidora, así somos capaces de terminar la clase sin caer en el ridículo, lo peor es que mi vista ya no es de lince y algunas veces fallo y me pilla) ¡Ea! ¿Y por qué no es bueno?
- Pues porque los japoneses han hecho unas aleaciones de hierro, telurio y azufre y las han sumergido 24 horas en vino blanco, vino tinto, sake, licor de frutas japonés, cerveza, agua, etanol y whisky, todos los baños a 70 grados.
Ese seguro que era mi Hiroito, pensé, se llevó tanto bushidô y tanta botella de licor, que ahora se lo echa a todo. Mi amiga siguió...
- Pero desconocen las causas, creen que es por la oxigenación.
- Y tú ¿No puedes ayudarles?, con tono de afirmación más que de pregunta y con una mueca sarcástica mientras elevaba la pierna derecha flexionada hasta media asta, en lo que debería haber sido la figura de un cuatro pero que me conformé con un dos y medio y un necesita progresar; mientras la miraba por el rabillo del ojo, por si soltaba hacia mi persona a alguno de sus estimados miembros.
- ¡Como quieres hija, yo no tengo ni idea de la superconductividad!
Y pensé saboreando mi tanto, ni de la super ni de la conductividad, porque he ido contigo en tu coche y miedo me das, criatura. Pero me mordí la lengua, cosa  que no me resultó difícil porque en ese momento la tenía por fuera de la boca estorbándome para respirar. Y pregunté como en eco...
- ¿Superconductividad?
- Sí, es una propiedad por la que algunos materiales pierden la resistencia al paso de la electricidad.
La tía lo había soltado de golpe, con carrerita y sin chuleta, como si llevase superconductiva toda su vida.
A lo que contrataqué, porque la cuestión era no quedarme callada...
- O viniendo a clase de aeróbic, que se pierde la resistencia física, hija mía, le guiñé.
- ¡Tú tan simple!, me espetó, y dos o tres gotitas de su sudor me hicieron diana.
-Chica, tráete una toallita que estás menopáusica. Porque tienes unas sudoraciones hoy... Bueno, ¿Me vas a decir qué pasó con el experimento o no?, le increpé en medio susurro con incipiente flato.
- Pues que la electricidad vuela sobre la aleación que se sumergió en vino tinto ¿Qué te parece?, y me devolvió el guiño.
- Pues muy mal, qué me va a parecer, que se nos pone cada día peor el comprar buen vinito tinto y baratito.
- No te vayas a creer que los japoneses se van a llevar ahora nuestro vino, tienen el sake que también da superconductividad. De hecho han salido los resultados con sake estupendamente.
Estaba claro que ella no conocía a mi Hiroito ni sabía de lo que era capaz, pero lo aparté de mi pensamiento y fui al grano...
- ¿Pero por qué es bueno que la superconductividad sea mayor con vino tinto y sake?
- ¡Anda hija que no te enteras!, pues porque se usa para los equipos de resonancia magnética nuclear, que sirve para hacer diagnósticos médicos, los que nos hacen a ti y a mí cada vez más a menudo.
- ¡Ah! ¡Pues ya lo tengo, nos vamos de copas sin problemas! Porque si nos cogen en un control de alcoholemia decimos que, por prescripción facultativa, hemos tomado un par de vinitos tintos para la resonancia magnética.
- ¡Anda que como caza la perrina!, me espetó quitándome la botella de agua y bebiéndosela a morro.
P.D.: "Beber vino durante 24 horas para mi amiga y para mí no supone problema, pero lo que no veo totalmente claro son los 70 grados de temperatura, ¿Tendremos que alcanzarlos por dentro?.. Pues voy llamando a Banderas que ya tenemos sudoraciones."
{¡S A L U D!}
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